Designed by VeeThemes.com | Rediseñando x Gestquest

El blanco y tenue sortilegio del sol japonés 134. Hacia las montañas III

 

Foto de José Ramón Couso.

A las 9.54, como estaba programado, paramos en Gifu, un ejemplo típico del urbanismo japonés. Lo más curioso de la ciudad es que albergaba el Salamanca Hall, llamado así por reproducir en su fachada principal la de la universidad salmantina.

Los japoneses sentían pasión por España. Les encantaba el flamenco-en más de una ocasión había ganado una nipona el certamen de sevillanas de la Feria de Sevilla-, nuestras ciudades, nuestras gentes, nuestra comida. El vino español y el aceite de oliva triunfaban, una vez que se les había convencido de que no era aceite para usos industriales. En el certamen del Cante de las Minas siempre acudía un prestigioso guitarrista japonés. Hasta un torero, el Niño del Sol Naciente, se había animado a tomar la alternativa, aunque no le acompañara la suerte.

Esa admiración se había traducido también en Parque España, en Kashikojima, parecido al Pueblo Español de Barcelona, según leí en la guía. Un parque temático español en suelo japonés significaba que algo debía unirnos.

La estación de Gifu se convirtió en un culo de saco. Ello obligó a una maniobra de marcha atrás para unir los trenes. Todo estaba controlado. Los operarios de peto naranja y casco de seguridad, muy serios, seguían el proceso con dirigencia. Un friki de los trenes no paraba de hacer fotos. Javier volvía a tomar notas mentalmente.

La lejana montaña

se destaca en los ojos

de la libélula.[1]



[1] Haiku de Kobayashi Issa.

1 comentario: