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Los saris son el color de la India 153 (2011). Jaipur: Jantar Mantar o la astrología de palacio.

 


Ningún pueblo estaba más sometido que el pueblo indio a su autoridad y pretendido conocimiento de las leyes que rigen el universo". El texto corresponde a Esta noche la libertad y se refiere a los jyotishi o astrólogos, que ocupaban un lugar preeminente en la vida de los indios y en la de sus príncipes. "Cada maharajá-continuaba-, cada templo, cada aldea poseía uno o varios jyiotishi fijos que reinaban como dictadores sobre la existencia de la comunidad hindú. Su intervención se extendía a todos los campos. Millones de indios no hubieran osado jamás emprender un viaje, recibir a un amigo, concluir un contrato, salir de casa, llevar un vestido nuevo, comprar una joya, cortar un bigote, labrar un campo, casar a una hija o, incluso, hacer celebrar los funerales, sin haber consultado previamente a un astrólogo.

Impresionante. La astrología era como otra religión o una faceta de la misma, con lo que el observatorio astrológico sería un gran templo. Su fundador, cómo no, fue Jai Singh, gran aficionado a la astrología y promotor de cinco observatorios en el país. El mejor conservado era éste. Los otros estaban en Delhi, Benarés, Ujjain y Mathura, aunque de este último nada había sobrevivido. La entrada, de 100 rupias, era muy barata para algo tan extraordinario.


Extraordinario porque los aparatos parecían artefactos futuristas o esculturas vanguardistas y abstractas. Los astrolabios, relojes solares, signos del zodíaco, ascendientes y otros instrumentos eran grandes construcciones.

Para elaborar esos elementos, el sawai mandó a expertos para que se informaran en el extranjero y trajeran el conocimiento necesario para esta singular obra. El funcionamiento se recogía en unas placas. La precisión era impresionante.

Un triángulo se elevaba por encima de los demás. Era el reloj solar. Desde lo alto, cubierto por un chattri, había unas vistas excelentes del conjunto, el palacio e incluso de la ciudad. Mi tío había subido a lo alto. No sé si por la lluvia o por medidas de seguridad, se impedía el ascenso. Aún se utilizaba por los astrólogos, que entre junio y julio se reunían para averiguar cómo sería el monzón. El Brihat Samrat Yantra (rey de los instrumentos) se completaba con otro reloj solar, más pequeño y menos preciso, el Laghu Samrat Yantra. Las inclinaciones de ambos eran de 27°, la latitud de Jaipur.



Los doce signos del zodíaco estaban representados en piedra. Buscamos el mío, piscis, y el de mi tío, acuario. En común tenían las escaleras, el arco y un elemento vertical en el centro. Las escaleras superiores miraban en la misma dirección.

Los nombres eran tan singulares como sus usos: Narivalaya Yantra, para calcular la hora con precisión, Dhruva Darshak Yantra, para localizar la estrella polar y los signos del zodíaco, Unnatansha Yantra, para calcular la altitud de los cuerpos celestes.



Con independencia de su uso, su aspecto tan peculiar llamaba a la exploración. Una casa cortada por la mitad con una escalera a un lado, una circunferencia colgada de una estructura de piedra, un monolito al que le salían unos brazos ascendentes en forma de escaleras, media esfera incrustada en el suelo, un círculo rojo de centro y bordes blancos que salía de un muro…Chillida se hubiera encontrado en su salsa. Sin tanta lluvia, claro.

Regresamos al coche y Krishna nos devolvió al hotel.

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