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Los saris son el color de la India 66 (2011). India versus Pakistán. Programas nucleares.


 No entramos a Pokaran. Excepto la fortaleza, parcialmente convertida en hotel, algunos templos y el casco viejo, no albergaba demasiado interés. Sí fue primera plana de los periódicos en 1998 a consecuencia de los ensayos nucleares subterráneos que se realizaron en la zona. En 1996, India había vetado el tratado para la prohibición total de las pruebas nucleares. Las pruebas llenaron de preocupación a Occidente y, sobre todo, a Pakistán. Una nueva potencia nuclear había nacido. Estados Unidos impuso sanciones. Quince días después de las pruebas nucleares indias, Pakistán realizaba las suyas.

En 1947 los musulmanes de la India vieron cumplido su sueño de crear un estado independiente de la mayoría hindú. Ese estado era Pakistán. India y Pakistán se habían enfrentado en tres guerras. La división se saldó con cientos de miles de muertos y con más de 10 millones de desplazados a ambos lados de la frontera.

La disputa sobre Cachemira continuaba agriando las relaciones entre ambos países. Periódicamente estallaban las escaramuzas o se producían atentados.  Se habían sentado a negociar en innumerables ocasiones y el resultado había sido siempre negativo. Se había enquistado el problema.

-En la solicitud de visado -comentaba mi tío- se preguntaba "si el solicitante o sus padres o abuelos (tanto paternos como maternos) ostenta la nacionalidad de Pakistán en cualquier momento". Si la pregunta es contestada afirmativamente se precisa rellenar otro formulario. En el impreso de Internet ya aparecía "no" en la respuesta.

Ilustraba ese alejamiento de los países que fueron hermanos y que ahora se odiaban. Tantos años juntos para acabar trazando una frontera que impidiera la reconciliación.

-Cuando regresé a la central de visados para entregar los formularios-continuó-, en el tuyo aparecía esa casilla sin cumplimentar. Yo hubiera puesto no sin contemplaciones, pero la empleada me informó que lo tenía que estampar el propio interesado y firmar al lado de su respuesta. Tuve que hacer un nuevo viaje hasta las oficinas. Fue el tercero.

Fuimos devorados por el tedio. Acostumbrados a carreteras con baches que nos hacían despertar a tramos regulares, este regalo de buen mantenimiento nos dejaba atontados.

-La carretera parece la de Mad Max -comenté a mi tío en un momento de monotonía y acoplándome al asiento.

-No vendría mal alguna curva para no quedarse dormido.

Y eso hicimos: dormir durante unos kilómetros. Al despertar, nuestro comité de recepción eran varios rebaños de vacas y un grupo de casas de ladrillo que ocupaban los pastores que las cuidaban.

CONTINUARÁ EN SEPTIEMBRE. BUEN VERANO A TODOS



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