Michelangelo Merisi da
Caravaggio fue un broncas. Al leer por primera vez sobre esa faceta pendenciera
de su conducta en Locos egregios, de
Vallejo Nájera, el personaje me resultó más fascinante y he procurado deleitarme
con sus obras allá donde estuvieran.
Nació en Milán en 1571 y triunfó
en Roma, donde tuvo innumerables peleas e incidentes de los que salió airoso
gracias a sus poderosos mecenas y protectores que codiciaban sus valiosísimas
obras. “La observación realista, un intenso dramatismo y un potente
claroscuro”, leí, dieron a su pintura un sello especial que posteriormente seguirían
en Italia, Países Bajos, Alemania y Francia, como ilustraba la exposición del Museo
Thyssen “Caravaggio y los pintores del norte”. En la colección permanente del
museo se muestra Santa Catalina de
Alejandría, de su etapa romana.
En una reyerta mató a Ranuccio
Tommassoni, que debía ser otra buena pieza, y sus protectores nada pudieron
hacer por él. Se vio obligado a abandonar Roma y encontró protección en el sur
de Italia. Corría el año 1606. Las malas lenguas dicen que la huida facilitó la
confiscación de los cuadros que tuvo que dejar en su taller al salir
precipitadamente.
En Nápoles se puso bajo la
protección de los Colonna y pintó Siete
obras de misericordia, que se encontraba en el cercano Pio Monte della
Misericordia, al costado de la catedral, en via
dei Tribunali. También, la Madonna del
Rosario. Se marchó a Malta, donde tuve la suerte de contemplar sus obras, y
a Sicilia, para regresar a la protección de los Colonna. Para entonces, varias
personas le buscaban para matarle. Falleció en Porto Ercole, en Toscana, en
1610. Nunca se encontró su cadáver. En la segunda etapa de Nápoles pintó La negación de San Pedro y El martirio de Santa Úrsula, que se
conserva en el Palazzo Zevallos Stigliano, de Nápoles.
No conseguimos ver sus obras en la
ciudad. Caminamos por el entramado de calles que frecuentó en aquellos años y
que correspondían con ese ámbito del centro histórico. Fue quizá en estas
calles donde tuvo sus amoríos y sus peleas, donde se inspiró para sus
personajes. Dicen que sus cuadros eran tan realistas porque había vivido en
primera persona aquellas reyertas y decapitaciones en las tabernas.


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