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Cuando los mitos se asoman al mar 57. Canteras, refugios, cisternas.


 

Desde la plaza de San Gaetano descendimos por una rampa. La temperatura cambió de forma inmediata y nuestra guía se cubrió el cuello para impedir que el catarro que sufría por los cambios de temperatura fuese a más. Una advertencia para todos. Llegamos a una primera sala amplia, cuadrada, casi confortable. Nos mostraron algunos de los utensilios utilizados.



Varias bombas de la Segunda Guerra Mundial colgaban de una sala. Durante aquellos años, estos subterráneos fueron utilizados como refugios antiaéreos. Mucha gente se instaló en ellos de una forma más o menos permanente. Incluso, diez años después de concluir la guerra aún vivían en estos lugares ante la falta de viviendas e incluso en algunos casos por el temor a que volvieran los bombarderos.

Nos mostraron una cisterna griega, otra romana, bajamos escaleras, pasamos por galerías de servicio. Los romanos construyeron un acueducto para el abastecimiento de agua de la ciudad y nuevos túneles, como la cueva de Cocceio y la de Seiano. En 1629, el conde Carmignano edificó un nuevo acueducto.



Las cisternas fueron abandonadas entre finales del siglo XIX y principios del XX. Se detectó que allí se fraguaban las tremendas epidemias de cólera que asolaban la ciudad. Así durmieron durante años hasta la gran contienda. Décadas después se fueron rellenando de escombros que fueron sacando paulatinamente los interesados en recuperar este patrimonio.

Nos mostraron un experimento de huertos subterráneos que nos pareció muy interesante. El objetivo era demostrar la posibilidad de cultivar plantas sin luz solar.

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