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Cuando los mitos se asoman al mar 56. Napoli Soterranea.


 

Tanto mi amiga Mar como mi amigo Juan me aconsejaron que no nos perdiéramos Napoli Sotterranea. Cuando preguntamos a un señor mayor nos dirigió un panegírico tan exagerado sobre “la mundialmente famosa Nápoles subterránea”, que no pudimos resistirnos. Había varias opciones para visitar la ciudad subterránea y ésta nos pareció la más interesante. En nuestro disfrute influyó mucho nuestra guía, una española menudita y con un dominio de la materia y el tempo que, sin duda, le auguramos futuros éxitos en la vida.



Debajo de lo que contemplaba el visitante yacía otra ciudad. Nápoles estaba hueca y había evolucionado y crecido en sucesivas capas, algo habitual en las ciudades con un largo pasado. La diferencia es que aquí el pasado era visitable de una forma bastante cómoda. Quienes habían optimizado esas instalaciones eran los miembros de una asociación cultural que detectaba ese patrimonio subterráneo y procuraba preservarlo.



Los primeros que empezaron a excavar fueron los griegos. Obtenían la piedra cerca del propio lugar donde iban a construir: abrían una galería y la extraían. Utilizaron la tova para la construcción de las murallas o los templos. Aquellos pozos, con el tiempo, fueron utilizados como aljibes, algunos particulares para una casa y otros de uso común. Los distintos depósitos estaban comunicados. Para su limpieza descendían unos operarios por galerías de servicio y quitaban aquellos elementos que pudieran atascar la red.

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