La salvación estaba en via Duomo y en una pizzería de las de
toda la vida: Il figlio dei Presidente.
Habían tenido el detalle de poner unas sillas fuera, aparte de otras para dar
servicio a las mesas. Allí nos apostamos y contemplamos cómo despachaban para
los vecinos de la contornada, a los clientes de toda la vida, algunos dignos de
El padrino. Era entretenido
contemplar a los visitantes extranjeros y los paseantes. Las pizzas eran
magníficas y el ambiente muy auténtico, tradicional y a buen precio. En las
paredes aparecían montones de fotos en blanco y negro de la familia, de sus
pizzas gigantes de récord, de los famosos que habían comido en el local. En
internet encontré opiniones para todos los gustos.
La pizza nació en Nápoles y
luego se extendió por todo el mundo. Sus ingredientes eran sencillos: tomate,
mozzarella y albahaca, cuyos colores correspondían con los de la bandera
italiana. Es una seña de identidad del país. Cuentan que el sector da trabajo a
unas cien mil personas. Quizá por ello ha sido declarada Patrimonio Inmaterial
de la Humanidad por la Unesco. Es nutritiva, sabrosa y de buen precio. De
acuerdo, engorda, pero nada es perfecto.
Hasta entrar en la visita de la
ciudad subterránea degustamos un capuchino en un local cercano.
0 comments:
Publicar un comentario