En 1953, Anna Maria Ortese
publicó El mar no baña Nápoles, que
incluía el relato Oro en Forcella
(Colección Gettoni de la editorial Einaudi). El libro fue juzgado como un libro
contra Nápoles y supuso la condena de su autora, que se vio obligada a
abandonar la ciudad. En los cuarenta años posteriores no volvió nada más que
una vez. Así se las gastaban por entonces en Nápoles.
Me pregunté si estábamos en
alguno de los tramos que describe en ese relato y que podría responder a varios
de los rincones que ya habíamos pasado:
Al
comienzo de Forcella me detuve perpleja. Más arriba, en el extremo de la
estrecha calle, había un gran movimiento, un ondear de colores, entre los que
resaltaban el rojo claro y el negro, un rumor doloroso de voces.
El libro es un retrato duro de
la ciudad y sus gentes. Por aquella época aún la ciudad estaba en
reconstrucción, había familias que vivían en la calle o en los antiguos
refugios antiaéreos y siempre, los de las clases más bajas, en condiciones
tremendas. En la portada de la editorial Minúscula
aparece un bloque de un impersonal edificio dominado por la ropa tendida,
un signo de identidad de la zona que aún está vigente.
En Oro en Forcella describe algunos lugares, o más bien el ambiente,
de una parte del centro histórico en torno a Forcella y San Biagio dei Librai
(con las paralelas Tribunali y Santissimi Apostoli), uno de los ejes más
habituales de las visitas de los turistas, zona de tipismo, de calles
estrechas, no siempre limpias, ajetreo y hermosos vestigios del pasado. San
Biagio estaba también repleta en aquella época de tiendas de compra y venta de
oro, como destaca la autora. Hasta allí se dirigían las personas pobres para
empeñar sus últimas pertenencias de valor y poder obtener un dinero que les
sacara de un aprieto. En muchos casos, lo invertían en comprar lotería, su
esperanza para salir de la pobreza. Quizá estábamos concentrados en otros
menesteres y no vimos esas tiendas. Quizá porque ya habían desaparecido.
Hacía
años que no bajaba hasta allí -escribió- y había olvidado que Forcella, con San
Biagio dei Librai, es una de las calles con más densidad de Nápoles, donde el
ajetreo de la gente da a menudo la sensación de que esté ocurriendo un suceso
extraordinario. El sol, a través del velo de polvo, difundía una luz rojiza que
había dejado ya de ser alegre.
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