Nada más entrar quedamos
impactados por el lujo barroco, los dorados, los frescos, el mármol. Nos
desplegamos por el templo y fuimos apreciando los detalles, las capillas, el
altar mayor. ¡Vaya despliegue de riqueza! Era un compendio de la Escuela
Napolitana y especialmente de Francesco Solimena, Luca Giordano y Cosimo
Fanzago.
La cúpula aportaba altura y luz.
No se veía desde la plaza cuando observabas la fachada. En las pechinas
destacaban unos frescos de gran realismo. La primera cúpula fue destruida por
un terremoto y en el siglo XVII fue renovada. El crucero era luminoso. Las
bóvedas y los arcos mostraban escenas de la vida de la Virgen y de los santos.
Me acerqué hasta un amplio panel
con varias figuras, probablemente relicarios. En otra zona estaban los exvotos
que habían dejado los que habían sanado por la intervención de San Giuseppe
Moscati, un médico que había asistido a los más pobres. Allí reprodujeron su
estudio y le honraron con una estatua. Cuando falleció, a la edad de 46 años, se
oyó decir: “ha muerto el médico santo”. Su vida fue llevada a una serie de la
RAI: Moscati: El médico de los pobres.
La figura de Moscati me recordó
a la de Ettore Ciccotti, diputado socialista al que las clases más necesitadas
apodaron “el padre del pueblo de Vicaria” y al que Matilde Serao le dedicó uno
de sus artículos o reportajes incluidos en El
vientre de Nápoles.
En 1904, la Camorra napolitana
consiguió que Ciccotti no fuera reelegido como diputado a fin de quebrar el
movimiento obrero y los sindicatos. Lo que describe Matilde Serao es un drama
para los más desfavorecidos. Las políticas de la Italia unificada habían
fortalecido al norte en detrimento del sur. Por aquel entonces, la Mafia había
perdido influencia. Uno de los factores de su decadencia era la emigración, que
se había disparado en aquellos años y que afectaba al proletariado urbano, que
encontraba en los más pobres de las ciudades un elemento de fuerte apoyo de la
Camorra. En 1876 sólo emigraron 3.165 napolitanos, mientras que en 1901 lo
hicieron 76.000 y en 1906 unos 90.000.
Ciccotti regresó al Congreso en
1909 y continuó hasta 1919. Fue senador de 1924 a 1939.
La época que vivieron Serao,
Moscati y Ciccotti fue una época de claro deterioro de la economía y del tejido
social de Nápoles. El porcentaje de analfabetismo en la región era muy superior
al del norte, había carencia de escuelas, los sueldos eran míseros y mucha
gente vivía de pequeños trabajos que apenas daban para pagar un alquiler y
comprar algo de comida. La higiene era escasa dada la insalubridad de muchas
infraviviendas. Serao denunciaba las malas políticas de gasto municipal que
llevaban a dilapidar fuertes sumas en obras inútiles o cuyos únicos
beneficiados eran los empresarios y las clases altas, mientras que no había
dinero para sanear las zonas pobres, construir viviendas sociales o mejorar las
condiciones laborales. Las condiciones de aquellas gentes eran infrahumanas y
sólo gente generosa como estos tres héroes se preocupaba de ellos, cada uno con
sus armas e instrumentos.

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