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Cuando los mitos se asoman al mar 41. Primera salida napolitana.


 

Salimos del hotel, giramos a la izquierda, tomamos via Giuseppe Manucci, que ofrecía buenos bares y restaurantes, alcanzamos piazza Amedeo, fichamos dónde estaba el metro y el funicular y continuamos por via Vittoria Colonna y via dei Mille. Hacia la derecha bajaban varios callejones en cuesta con una nutrida oferta de restaurantes con cierto encanto y unas terrazas instaladas en esas estrechas calles. El tiempo acompañaba y la gente aprovechaba el ambiente al aire libre del barrio.

Nuestro avance fue acompañado de hermosos edificios Liberty, el modernismo local, tiendas de lujo que eran una incitación al gasto y un tráfico milagrosamente escaso y nada ruidoso. En via dei Mille estaba el soberbio palazzo Leonetti y el consulado español. Un poco más allá el emblemático palazzo Mannajuolo haciendo esquina. Bajamos via Gaetano Filangieri y nos metimos en una animada zona de callejones repleta de restaurantes y de gente.

Todo estaba lleno. Nos temimos lo peor, pero en una hábil maniobra pedimos mesa en Donna Margherita y acabamos cenando en la terraza del jardín bajo un emparrado. Estaba repleta de grupos, gente de cierto nivel económico. La cena fue excelente. Y la espera no fue demasiado larga.

El regreso nos ayudó a bajar la cena. “Además-como escribió Virgilio en la Eneida-ya va la húmeda noche bajando con presura desde el cielo y las estrellas que se van poniendo nos invitan al sueño”.

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