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Cuando los mitos se asoman al mar 29. Porta Marina, vía Mare y los Penates


 

La entrada principal era Porta Marina. Sin embargo, la antigua Porta Marina se encontraba más arriba. Desde allí eran accesibles las termas suburbanas, extramuros, con frescos eróticos, y el templo de Venus (templo di Venere).

Via Mare estaba abarrotada de puestos de recuerdos. La atravesamos hasta llegar a las taquillas. Un momento después nos alcanzaron hordas de turistas de todos los colores y razas, posiblemente desembarcados de los cruceros. Por eso nos habían aconsejado que madrugáramos: había que tomarles la delantera. Por el viale delle Ginestre (la senda de la retama) fuimos avanzando con el perfil de las primeras ruinas. Me llamó la atención que estuvieran elevadas y rodeadas por un foso. En los muros se abrían arcos, puertas y ventanas.



En la guía informaban que la ciudad posiblemente fue fundada en el siglo VII a.C. por los oscos de Campania. Posteriormente, fue colonia griega y en el año 80 a.C. pasó al dominio de Roma. Antes de la terrible erupción del año 79 d.C., en el año 62 d.C., quedó destruida por un terremoto que obligó a evacuar a la mayor parte de su población, unos veinte mil habitantes, que aún no habían regresado cuando se produjo la erupción, lo que provocó menos víctimas. Con todo, se calcula que murieron unas dos mil personas que fueron cubiertas por el lapilli, fragmentos candentes de piedra pómez. Por ello quedó la ciudad tan bien conservada.

Los romanos creían que los dioses protectores de una ciudad, los Penates, la abandonaban cuando iba a caer en manos del enemigo. Quizá los dioses de Pompeya abandonaron la ciudad cuando las cenizas se disponían a invadirla y enterrarla durante siglos. La ciudad no pudo defenderse de la furia de la tierra y pereció sin remisión. Nadie se acordaría de ella durante un largo periodo de tiempo.

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