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Imágenes y palabras de Etiopía 171. Viaje a Adis, cena y final.


 

Durante el viaje a Adis Abeba busqué incesantemente huellas de la falla del Rift, quizá las que no había podido detectar en el vuelo anterior. En muchos casos era una línea difusa, salvo cuando coincidía con la línea de lagos que se sucedían. Algo menos de una hora después aterrizamos en el concurrido aeropuerto, Teresa y Ángel recuperaron sus maletas y nos recogieron para llevarnos al hotel, previa compra de café en un lugar moderno a un precio bastante competitivo. En el aeropuerto costaba más del doble.

En la habitación de cortesía descansé un poco y me recuperé ligeramente de mi dolor de estómago. No salía agua de la ducha, con lo que prescindí de ese trámite.



Habíamos quedado a las siete de la tarde en el hall. Me puse el despertador a las 6.50, me levanté, me puse las zapatillas y bajé. Miré el reloj: 6.55. Sin embargo, no había nadie de mi grupo. Sí estaba la gente que conocía de otros grupos con los que habíamos coincidido en otros momentos del viaje. Pensé que mis compañeros eran bastante impuntuales. A las 7.05 se vació el hall y seguía sin haber nadie del grupo. A las 7.10, cuando empezaba a preocuparme, se acercó una persona de la organización, el del primer día, y me preguntó si no iba a cenar. El resto del grupo ya había salido. Me quedé perplejo. Primero, porque quien nos recogía no hubiera contado cuántos estaban. Ninguno de mis compañeros había caído en mi ausencia. Me mosqueé bastante. Buscaron un conductor y me llevó al Havesha, el restaurante espectáculo de la cena. Cuando entré todos se mostraron sorprendidos, y quizá avergonzados. Les reproché que me hubieran dejado tirado. Después vinieron las excusas: al haber dos vehículos, los de uno habían creído que iba en el otro y viceversa.

Cené poco, presté poca atención a las canciones y los bailes. El estómago aún me daba vueltas. El espectáculo de danza era bastante animado. El local estaba repleto, tanto de gente local como de turistas, muchos de los cuales estaban a punto de abandonar el país.

El vuelo de regreso no deparó sorpresas.

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