Designed by VeeThemes.com | Rediseñando x Gestquest

Imágenes y palabras de Etiopía 166. Ascenso por las montañas Chencha.

 


La jornada incluía una visita a una aldea de la etnia Dorze, en las montañas Chencha, a 3.000 metros sobre el nivel del mar. Eran aquellas montañas más lejanas, hacia el norte, cumbres cubiertas por las nubes. Era probable que lloviera en el lugar.

Todos fuimos puntuales, cargaron las maletas y nos subimos al minibús. Nos despedimos de un lugar que nos había traído buenos recuerdos.

Era sábado y las calles de Arba Minch estaban animadas antes de las nueve de la mañana. Confirmamos la impresión que nos había causado la ciudad una semana antes: era próspera. Había varios hoteles en construcción y un edificio largo y estrecho, como un hangar de diseño, la gente pululaba por todas partes, los estudiantes atravesaban las calles con sus libros y cuadernos. Arba Minch gozaba del privilegio de albergar una universidad, lo que explicaba ese movimiento de estudiantes. Además, se había engalanado para preparar el año nuevo etíope el 11 de septiembre.



Abandonamos la ciudad, nos infiltramos con la carretera por una zona de extensos campos y giramos a la izquierda para tomar una pista de tierra en bastante mal estado. Quizá fuera la causante de dos accidentes que contemplamos en nuestra subida. En uno de ellos, un autobús público se había salido de la carretera e incrustado en los árboles. La gente había sacado sus bultos y esperaba con cierta resignación un vehículo de reemplazo. En el otro, el vehículo llevaba mucho tiempo calcinado y sólo quedaba el esqueleto oxidado. A nuestro regreso, unos operarios lo cortaban en piezas para aprovechar sus restos.

El cielo estaba cubierto y atravesamos en zigzag un paisaje de coníferas salteado con eucaliptos. El lago aparecía y desaparecía, la montaña nos miraba por encima del hombro, imponente, soberana. No faltaba el elemento humano, a pesar de la dureza de las cuestas, que avanzaba cargado hasta los topes o apacentaba el ganado junto al camino. Los riñones empezaron a sufrir las inclemencias de los baches, pero se alegraba el cuerpo con el paisaje.

0 comments:

Publicar un comentario