Designed by VeeThemes.com | Rediseñando x Gestquest

Imágenes y palabras de Etiopía 162. Observando la escena.


 

En otra parte, habían desplegado sobre unas telas granos y semillas para que se secaran. Quien los controlaba era un hombre mayor que apenas movió un músculo. Seguía las escenas cotidianas y la excepcionalidad de la visita con gesto hierático. Era el contrapunto a la algarabía de los críos, que saltaban y gritaban sin cesar.



Me alejé un poco, como tengo por costumbre, y observé las distintas escenas como un observador omnisciente, como si dominara el escenario, que por supuesto iba a su ritmo y ajeno al mío. Fernando se había sentado cerca de donde habían desplegado unas artesanías interesantes. Era como si hubiera entonado un “dejar que los niños se acerquen a mí” y estuviera bendiciendo criaturas. Las mujeres del grupo buscaban con ahínco un recuerdo para la familia y los amigos. Con las máscaras y las wakas había unas enternecedoras y rústicas televisiones hechas con palos y donde los contenidos pasaban en forma de hoja de papel que se desplegaba.



Abandonamos la plaza, seguimos uno de los caminos o calles delimitadas con empalizadas de ramas secas de enebro y me sentí emboscado en ese estrecho espacio. No podían pasar dos personas al mismo tiempo. Cuando alguien paraba, sin duda para hacer la foto del año, se organizaba un atasco monumental. Los niños se filtraban por todas partes. Para acceder a las casas había que gatear por unas entradas bajas que permitían controlar a amigos o enemigos. Gozaban de un patio, un pequeño corral y cierto espacio.  Los animales pasaban de nosotros. En lo alto de los tejados las vasijas invertidas. Avanzamos hasta otra estancia comunal donde había varios hombres tumbados. Perturbábamos su descanso.

Otro breve paseo nos devolvió al lugar donde estaba el autobús. El conductor nos puso nuevos cánticos ortodoxos para amenizar los 75 kilómetros del trayecto que realizamos en aproximadamente dos horas.

 

0 comments:

Publicar un comentario