Llegamos a Woyto, denominación
de un pueblo, de un río y del desierto, aunque el paisaje distaba bastante de
la aridez. Sonaba una música de acentos religiosos y tonalidades árabes que
había puesto el conductor para amenizar el avance. Se hizo insoportable por su
monotonía y reiteración. Menos mal que se dio cuenta y cambió a sonidos más
animados, como los del argelino Khaled.
Una escena llamó la atención de
nuestro guía. Para muchos de nosotros pasó inadvertida ya que parecía una
transacción cualquiera que se realizaba al borde de la carretera. Sin embargo,
era una venta prohibida: la de carbón vegetal. Este producto era muy codiciado
en otras partes del país y se vendía con facilidad. El problema era que para su
producción había que talar árboles y esa demanda había causado un serio peligro
de deforestación. La prohibición de venta del producto final había permitido
parar en parte esa sangría de los bosques.
Me fijé en que muchos niños
llevaban la camiseta de Fernando Torres, de su etapa como jugador del
Liverpool, hace muchos años. Desde entonces, había regresado al Atlético de
Madrid y había completado su ciclo.
No recuerdo si la serie de
acacias subyugantes marcaban la entrada en el territorio de la etnia Konso, muy
trabajadora y de buen nivel económico. En algunos árboles se acumulaban,
envueltas por las ramas de las copas, como pequeñas cabañas que realmente acumulaban
provisiones para tiempos de carencia.

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