Me desperté temprano, a las siete
de la mañana, con la intención de realizar algunos ejercicios para que el
cuerpo no se viniera abajo en tan avanzada fase del viaje. Desayuné
tranquilamente y salimos a las ocho y media.
El recorrido del día comprendía
240 kilómetros e incluía la visita a una aldea Konso, comida en Kanta Lodge y
regreso a Arba Minch.
El trayecto empezaba a resultar
familiar para todos ya que habíamos pasado varias veces por la misma carretera.
El cielo estaba despejado, lo que auguraba bastante calor.
La carretera nos deparó escenas
conocidas. Pese a esa repetición seguíamos atentos al movimiento de personas,
paisajes y animales: niños cuidando rebaños de ovejas, cabras y vacas, mujeres
que parecía que se iban a quebrar o hundir bajo las pesadas cargas de leña,
productos del campo o bidones de agua, personas que aparecían sorpresivamente
de entre la maleza. Es cierto que ya no despertaban tanto entusiasmo.
La novedad la aportó un pequeño
grupo de chavales subidos a unos zancos. Los críos se armaban de imaginación
para obtener algún dinero. La necesidad apretaba. También, de valor, ya que en
cualquier momento se podían llevar un susto. Los vehículos eran escasos e iban
a poca velocidad, más por salvar el obstáculo que implicaban los animales
vagando por el centro de la carretera que por los muchachos, simpáticos y
acróbatas. Alguien habría que parara, les haría unas fotos y les daría una
propina, que esa era su esperanza. Caso contrario, su esfuerzo habría sido en
vano, aunque en su casa o en su aldea lo único que podían esperar era una dura
tarea.
Los campos denotaban prosperidad.
Nos preguntábamos si esa prosperidad se distribuía entre los campesinos o se
concentraba en el patrimonio de algún terrateniente. La llanura era surcada con
lentitud por un tractor, creo que el primero que veíamos en el viaje. Era más
habitual la escena del campesino con los bueyes o cargando con el arado de
madera al hombro. Se sucedían los cultivos, se ampliaba el regadío. Un canal
alimentaba de agua la zona. Era el canal de la vida.
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