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Imágenes y palabras de Etiopía 154. El mercado de Key Afer.



Lola y Angela habían organizado su viaje para coincidir con la celebración del mercado del jueves en la población de Key Afer, uno de los más prestigiosos de la zona. A él acudían gentes de las diversas etnias de los alrededores. Era variopinto, curioso sin la espectacularidad que habíamos previsto.

Nos centramos en la zona de artesanías.



La anécdota giró en torno a la compra de una calabaza. Después de mucho mirar en uno y otro puesto observé algunas de bella factura. Su utilidad me daba lo mismo, ya que sería un regalo para la familia y acabarían en una estantería. Como había recogido alguna y la había observado con cierto interés, un vendedor se acercó a mí para ofrecerme una redonda y perfectamente pulimentada. Insistió mucho en que le hiciera una oferta. Sonreí y mantuve silencio. Le dije que no me interesaba. Tras mucha insistencia se descolgó con un precio de 50 euros, directamente, olvidándose de su moneda local. Me reí más ostensiblemente y le expliqué que el precio que me había indicado era completamente desorbitado. 50 euros era un sueldo medio mensual en ese país. Después de cierto tira y afloja comentó que él creía que todos los que nos acercábamos al mercado éramos ricos y que podíamos pagar esa cantidad sin ningún problema. Le dije que, efectivamente, disponía de los 50 euros, pero no estaba dispuesto a pagar una cantidad tan alta por un objeto que me era bastante indiferente, salvo por su carácter estético.



Era evidente que tanto este vendedor como muchos otros nos veían como pardillos a los que era fácil sacar unas cantidades de dinero que para ellos eran sorprendentemente altas y para nosotros muy aceptables. Continué la conversación con él en un más que aceptable inglés informándole de que yo no era rico, que mucho esfuerzo me había costado reunir el mucho dinero que había pagado por el viaje y que no estaba dispuesto a pasar por la oferta de listillo que me ofrecía. El resultado fue que el resto de mi recorrido por el mercado lo tuve como acompañante no deseado insistiendo una y otra vez. Me salvé al subir al autocar.

Cerca del mercado comimos, dimos una segunda vuelta por el mercado y regresamos al hotel donde nos esperaban nuevas incidencias.

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