Lola y Angela habían organizado su viaje para coincidir con la celebración del mercado del jueves en la población de Key Afer, uno de los más prestigiosos de la zona. A él acudían gentes de las diversas etnias de los alrededores. Era variopinto, curioso sin la espectacularidad que habíamos previsto.
Nos centramos en la zona de
artesanías.
La anécdota giró en torno a la
compra de una calabaza. Después de mucho mirar en uno y otro puesto observé
algunas de bella factura. Su utilidad me daba lo mismo, ya que sería un regalo
para la familia y acabarían en una estantería. Como había recogido alguna y la
había observado con cierto interés, un vendedor se acercó a mí para ofrecerme
una redonda y perfectamente pulimentada. Insistió mucho en que le hiciera una
oferta. Sonreí y mantuve silencio. Le dije que no me interesaba. Tras mucha
insistencia se descolgó con un precio de 50 euros, directamente, olvidándose de
su moneda local. Me reí más ostensiblemente y le expliqué que el precio que me
había indicado era completamente desorbitado. 50 euros era un sueldo medio
mensual en ese país. Después de cierto tira y afloja comentó que él creía que
todos los que nos acercábamos al mercado éramos ricos y que podíamos pagar esa
cantidad sin ningún problema. Le dije que, efectivamente, disponía de los 50
euros, pero no estaba dispuesto a pagar una cantidad tan alta por un objeto que
me era bastante indiferente, salvo por su carácter estético.
Era evidente que tanto este
vendedor como muchos otros nos veían como pardillos a los que era fácil sacar
unas cantidades de dinero que para ellos eran sorprendentemente altas y para
nosotros muy aceptables. Continué la conversación con él en un más que
aceptable inglés informándole de que yo no era rico, que mucho esfuerzo me
había costado reunir el mucho dinero que había pagado por el viaje y que no
estaba dispuesto a pasar por la oferta de listillo que me ofrecía. El resultado
fue que el resto de mi recorrido por el mercado lo tuve como acompañante no
deseado insistiendo una y otra vez. Me salvé al subir al autocar.
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