Bajamos caminando y disfrutando
del paisaje y del paseo. El atardecer dulcificaba la puesta en escena.
Al llegar a la ciudad apreciamos
que estaba bastante ordenada y que los comercios eran muy curiosos. En una
caseta anunciaban el partido Madrid-Barcelona de la Supercopa de España. La
afición al fútbol español llegaba hasta los lugares más recónditos. Nos llamó
la atención que lo anunciaran a las 5,45, en horario local. Salía el sonido de
una banda sonora: quizá en aquel momento estaban viendo una película de cine.
Habíamos acudido al pueblo con
la esperanza de observar a los Mursi, que habitualmente se reunían para comprar
alcohol y agarrarse unas castañas tremendas, lo que provocaba incidentes y
peleas. Me resultó bastante chocante que aquellos fieros guerreros se cubrieran
con mantas infantiles adornadas con balones de fútbol, ositos o las palabras I love you. No hace demasiado tiempo
acudían en pelota picada.
Hombres y mujeres se ofrecían a
ser fotografiados a cambio de 5 birrs
por persona y foto, la tarifa habitual de toda la región.
El mercado estaba animado, con
los mismos componentes que en otros que ya habíamos visitado.
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