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Imágenes y palabras de Etiopía 149. Rituales.


 

En el centro de la sala había una mesa larga con sillas y en un extremo una choza. Fui pasando a otras vitrinas y explicaciones, todas de gran interés. La que se refería al cuerpo, su embellecimiento y adorno, reflejaba cómo las escarificaciones eran motivo de orgullo, una tradición que, curiosamente, practicaban los hermanos a sus hermanas el día de su ritual de iniciación. Hasta entonces había creído que era el posible novio quien lo hacía. Una mujer con pocas escarificaciones era calificada de cobarde y era un mal partido.



Otra práctica corporal era la de los tatuajes, konko, como los denominaban, que en el caso de los Maale se hacían tras la primera menstruación. Adornaban la frente, la nariz, la barbilla y alrededor de los ojos. Los tatuajes permanentes eran dolorosos por lo que en la actualidad muchas niñas optaban por los no permanentes. También los Ari habían abandonado los tatuajes permanentes.

Sin duda, los rituales más interesantes estaban relacionados con el noviazgo y el matrimonio. Entre los Dassaneth, lo habitual era negociar con los padres. Si ese acuerdo se cerraba cuando la niña era aún joven, permanecía con sus padres hasta que tenía suficiente edad para ser entregada al marido. También podía haber un flechazo. Entonces, se escapaban sin el permiso de los padres. Qué otras consecuencias podía acarrear no lo describían en el panel. Los Hamer seguían también esa doble vía con alguna peculiaridad para los matrimonios no pactados. Los Karo no permitían el robo de las niñas: siempre había que negociar. Nadie se podía casar a la fuerza. Otra curiosidad de los Bashada era que la mujer sólo se dirigía al marido directamente después de haber dado a luz a uno o varios hijos. Los esposos podían ser bastante malvados con sus mujeres.



Salí al exterior. Del tejado colgaba una colmena enorme, como las que habíamos visto en los árboles en nuestros desplazamientos. Me gustó una casa construida sobre un árbol, una pequeña cabaña que hubiera hecho las delicias de los niños. La montaña estaba cubierta de árboles y de verdor. Era un ámbito sereno y hermoso.

Para terminar, pusieron una película sobre la ceremonia del toro de los Hamer (de la BBC), que protagonizaba un tipejo que se sometía a ella como para demostrar la supremacía del hombre blanco. Los azotes a las mujeres aparecían poco y se centraba en el ambiente y en el salto sobre los toros amarrados y cubiertos de grasa.

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