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Imágenes y palabras de Etiopía 148. Museo de Jinka II



Entre las montañas Ari y el valle del bajo Omo se distribuían varias etnias cuyos nombres empezaban a resultarnos familiares: Ari, Banna, Karo, Bashada, Hamer, Dassaneth, Arboré, Maale, Dime, Bodi, Mursi, Konso… Era una realidad fragmentada, primitiva, hasta cierto punto inexplicable. La descripción de los rituales era el mejor ejemplo de diversidad y del interés antropológico que habían despertado.



Fui parando ante algunos de los paneles. Uno de ellos explicaba el diferente significado que la edad tenía para los occidentales y para estas gentes. Referían opiniones de mujeres de distintas etnias que contrastaban con la opinión occidental. Una mujer occidental no quería hacerse mayor y reclamaba ser aun joven. Para una Dassaneth, referirse a una mujer como mayor (utilizaban el término inglés old woman), era una consideración respetuosa. Algunas, sin embargo, reivindicaban su juventud, pero eran la excepción. Para las Ari, dar a luz era convertirse en mujeres mayores. Eso era a lo que aspiraban. Para las Banna, con la menopausia perdían su nombre y pasaban a dirigirse a ellas como mujeres mayores, sin más. Era el momento para realizar ritos propiciatorios para sus hijas y nueras, para que trajeran al mundo hijos. Las abuelas jugaban un papel importante respecto de los nietos, a los que apoyaban y cuidaban. Cuando las madres salían a realizar sus labores domésticas, quedaban a su cargo los hijos. La ventaja es que quedaban exentas de los trabajos más duros. Tenían un papel importante en los rituales, como adornar a los jóvenes que se iban a someter a ellos. Si una abuela rechazaba participar en el ritual, el joven sería impuro.



En otro panel destacaban que una niña Bashada debía estar orgullosa de estar atareada. Preparaba la comida para sus hermanos, para sus padres, para todos, hacía la mayor parte de los trabajos de la casa. Si no lo hacía sería castigada por sus hermanos. Sin embargo, para una madre Karo era un cierto honor que sus hijas no cocinaran y que cocinara ella: reservaba sus fuerzas para sus maridos. Si una niña Bashada era trabajadora, era una buena tarjeta de presentación para ser elegida como esposa. Para los Karo, el cuerpo era lo más importante. En el caso de los Ari, las mujeres cocinaban o acarreaban agua pero era función de los jóvenes apacentar el ganado y ordeñar al mismo. Las jóvenes Arboré sí apacentaban y ordeñaban los animales. Para las chicas Maare ordeñar era tabú.

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