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Imágenes y palabras de Etiopía 127. Rostros y vestimentas.

 


Unos metros más adelante observé a una adolescente de rostro interrogante, pelo muy corto y rojizo y los pequeños senos apenas cubiertos por la piel de cabra. En un primer momento creí que de su barbilla colgaba un objeto metálico incrustado en la piel, como la correa metálica de un reloj de pulsera. Realmente era una gargantilla ancha de pequeñas cuentas rojas, verdes y negras. Llevaba varios collares, el mayor de conchas. La falda era una tela envuelta en torno a las caderas. Era hermosa y un poco intrigante.

Los niños eran todo alegría, muy dicharacheros, con un inglés básico. Rodearon a las mujeres, las tomaron de la mano y las convencieron para que les compraran zapatos, muy baratos, por cierto. Un grupo de cinco chicas de unos treinta años con las que coincidimos varias veces en nuestro recorrido, también adoptaron temporalmente a algún chavalín.



Los hombres eran altos y orgullosos, todos bastante jóvenes, de pelo corto, siempre con ese objeto que servía tanto de banqueta como de almohada y un palo largo y estrecho encorvado en la punta. Vestían una tela en torno a la cintura y una camiseta occidental.

El suelo era seco y polvoriento y las medidas sanitarias nulas. Las mercancías podían estar sobre una tela o sobre el suelo. Las verduras tenían aspecto saludable e imaginé que de ahí saldrían los alimentos para nuestra cena.



Nos desperdigamos por el mercado, cada uno en busca de lo que más le apetecía. No tardaron en ponerse a tiro las mujeres Hamer o Banna. Los hombres mantenían la distancia. Ellas se acercaban, miraban hoscamente pero deseando que las invitaran a posar. Me dediqué a ver ese coqueteo con mis compañeros de grupo, que me pidieron que les hiciera fotos. Me interesaban sus reacciones, aunque eran bastante inexpresivos, salvo los niños. Si hacía una foto general y abarcaba a alguna vendedora, hacían aspavientos exagerados y giraban el rostro para ocultarlo o mantenían la mirada con signos de pocos amigos. Sabían que era el tributo a esos nuevos ingresos procedentes de los invasores.

Algunos hombres portaban fusiles de tiempos de la Guerra Fría. Tuve dudas de que aún funcionaran, aunque no tenía curiosidad por comprobarlo. Quizá vigilaban las transacciones.

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