El traslado permitía
introducirse por el Parque Nacional de Nechisar, de unos 514 km² de extensión y
una gran variedad de hábitats, como la sabana, los bosques de acacias, el
matorral y los bosques tupidos. La sabana blanca transmitía la esencia del paisaje
africano. Nos cruzamos con un gran rebaño de vacas, atravesamos un profundo
barranco, contemplamos a los buitres y los cuervos sobrevolar en busca de
alimento y admiramos las colmenas alargadas que daban mayor vistosidad a las
copas de las acacias. En los campos recolectaban el maíz.
Había que llevar cuidado ya que
el lugar aparentemente idílico era una gran reserva de animales salvajes,
especialmente de cebras y antílopes y de los antílopes de Swayne. Monos y
babuinos se movían por todas partes con sus rostros entre divertidos y amenazantes.
También observamos alguna águila pescadora. La relación de animales que incluía
la guía era suculenta:
Entre
los mamíferos que lo habitan destacan el alcéfalo de Swayne (en peligro de
extinción y protegido por ley), cebras de Burchell, gacelas de Grant, grandes y
pequeños kudus, dik-diks de Gunter, reptiles, leones, leopardos, guepardos,
linces caracal, chacales, hienas, monos, cocodrilos e hipopótamos. Los colaos
terrícolas abisinios, el pájaro secretario, los pelícanos blancos, ibis
sagrados, garzas, cormoranes, martines pescadores y aves martillo son algunas
de las especies que han convertido este parque en su hábitat.
En el embarcadero, una señal era
muy clara: cuidado con los cocodrilos y los hipopótamos. Realmente era una
señal de prohibido con un cartel debajo que ponía danger y peligro en lengua local. Los turistas pueden ser
excesivamente atrevidos o negligentes por intentar obtener esa foto maravillosa
o la visión que enmudecerá a los amigos al describirla al regreso. Luego llegan
los ataques por animales salvajes y ciertas noticias que dan mala prensa al
país. Días antes del viaje, en otra zona, un elefante había matado a un turista
en un arrebato de cólera. Desde luego, el turista no estaba refugiado en su
vehículo. Nos obligaron a ponernos chalecos, que poco servirían si cayéramos al
agua y nos atacara un cocodrilo o un hipopótamo.
0 comments:
Publicar un comentario