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Imágenes y palabras de Etiopía 110. La reina de Saba II.


 

No trasciende encuentro carnal alguno que pudiera engendrar un hijo, si bien la Biblia deja constancia de que el rey Salomón amó a muchas mujeres extranjeras, además de a la hija del faraón. Tuvo nada menos que setecientas mujeres con rango de princesas y trescientas concubinas. No se puede decir que estuviera falto de mujeres que le hicieran perder el sentido por una en concreto. Sin embargo, la noche antes del regreso de la reina, Salomón se sirvió de una estratagema para yacer con ella. Mandó preparar un gran banquete en que incluyó manjares que dieran mucha sed. Como era tarde, el rey invitó a la reina a pasar la noche en su palacio. Ella consintió, pero obligó al rey a que jurara que no usaría violencia alguna contra ella. Y ocurrió lo que escribió González Núñez:

Él respondió a esto que gustoso juraría, si ella juraba, a su vez, que no tomaría por fuerza nada de su casa… Ambos juraron, y entonces el rey mandó preparar un lecho no lejos del suyo, haciendo poner una jarra de agua junto a la cabecera. Después de un primer sueño, la reina se despertó con la garganta reseca por la sed. Salomón, fingiendo dormir, esperaba ansioso el momento. Ella, creyéndolo realmente dormido, se levantó muy queda y alargó su mano hacia la jarra.

-¿Por qué quebrantas el juramento? –dijo de improviso el rey.

-¿Acaso beber agua es quebrantar el juramento? –contestó ella temblorosa.

-Ciertamente sí. No hay bajo el sol nada más valioso que el agua.

Y atrayéndola hacia sí, cumplió en ella sus deseos.

Tiempo después, ya en Etiopía, dio a luz a un hijo varón a quien puso por nombre Menelik.


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