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Imágenes y palabras de Etiopía 105. Aterrizamos en Axum.


 

El aeropuerto Yohannes IV era pequeño, bastante apañado. Hasta había algunas tiendas. La recogida de maletas fue rápida y poco después de aterrizar atravesábamos un pasillo con varios touroperadores locales. Subimos a un minibús.

No tuvimos suerte con la ciudad de Axum (o Aksum), aunque el temor inicial a perder la visita quedó erradicado. Quedó comprimida y pudimos disfrutar de todos los lugares programados. Lo que fue imposible fue caminar por sus calles con tranquilidad.



La ciudad había perdido su pasado esplendor, como ya advertía Reverte en su referencia a los tiempos de Susinios en el siglo XVII. Seguía manteniendo esa posición moral de la capital histórica, del principio del prestigio, del origen del imperio. Sus monumentos convertían la ciudad en una visita imprescindible para conocer el espíritu antiguo del país. Era una ciudad de legitimación dinástica. Así lo defendía también Juan González Núñez:

Axum, ciudad envejecida hoy y asfixiada por la guerra, fue en su tiempo cuna de un imperio que duró cerca de tres milenios. Ezana, su rey más poderoso, se convirtió en el siglo IV y, como su contemporáneo Constantino, hizo del cristianismo la religión oficial. Caleb y los “nueve santos” completaron la obra evangelizadora y contribuyeron a crear una “isla cristiana” en el corazón de África.

Axum fue el centro de un gran imperio que abarcó el norte de Etiopía, Eritrea, parte de Sudán y, al otro lado del mar Rojo, una parte de la península arábiga que incluiría el actual Yemen. Fue el primer estado de África que acuñó moneda. Mamush comentó que una parte importante de su historia se mezclaba con las leyendas, por lo que no podía ser confirmada. Eso la hacía más atractiva. Inició su decadencia con la llegada a la zona de un nuevo poder: el Islam.

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