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Imágenes y palabras de Etiopía 80. El sector sudoeste.


 

La traslación de la ciudad Santa a Lalibela estaba llena de detalles curiosos. Los dos grandes grupos estaban separados por el río Jordán. En el lecho del río habían tallado una cruz que evidenciaba la vinculación con la sacralidad. No eran los únicos elementos.

A veces los tajos practicados en rocas y montañas daban la sensación de baluartes. Quizá lo fueran, aunque no parecía que la ciudad o sus templos tuvieran una muralla protectora. Los tajos en la roca también simulaban fosos. Era habitual que los lugareños o peregrinos se sentaran en esos baluartes, algunos contemplando el paisaje, otros meditando u otros a la espera del siguiente oficio. Era raro que estuvieran completamente desiertos.



La colina donde se ubicaba el segundo grupo mostraba sus trofeos dosificadamente entre las ramas de los árboles.

Entramos por el sudoeste, con lo que la primera iglesia fue Biet Gabriel Rafael. La guía de Lalibela aconsejaba entrar por la casa de Abba Libanos. Tenía su explicación: este grupo representaba el infierno, el purgatorio y el cielo o el Jerusalén celestial. Era un recorrido simbólico que bajaba al vientre de la tierra y elevaba al techo del cielo.



Se discutía si este complejo fue concebido como un lugar sagrado. Varios de los edificios carecían de rasgos arquitectónicos propios de las iglesias, como fuimos confirmando. No estaban orientados según el eje este-oeste y quizá fueron edificios civiles. La amalgama de iglesias no parecía seguir un plan ordenado, típico de los santuarios. Aunque, en la actualidad, conformaban la segunda parte de la ciudad Sagrada y respondían a un plan o simbología religiosa. Era hermoso toparse con nuevos interrogantes.

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