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Imágenes y palabras de Etiopía 78. La leyenda de la iglesia de San Jorge.


 

La noche había dejado un rastro de lluvia y de tormenta. Comentamos que resultaba extraño que esta zona fuera la misma que había sido azotada por la sequía y el hambre allá por los tiempos del documental El hambre oculta, aquella tragedia en las postrimerías del reinado de Haile Selassie que describió Jonathan Dimbleby. En una portada de la revista Time aparecía en grandes letras la palabra Famine, hambre, con la imagen de una madre desesperada y un niño desnutrido que seguramente falleció poco tiempo después de tomar la foto.

El hambre era un problema crónico de Etiopía y esa parte del mundo. Quizá el turismo pudiera paliar en parte aquella sangría. Los campos verdes que contemplamos en el viaje puede que garantizaran una buena cosecha y el alejamiento de ese jinete del Apocalipsis.



Cuenta la leyenda que cuando el rey Lalibela hubo terminado la construcción de las iglesias se le apareció San Jorge, el patrón del país, y le reprochó que no le hubiera dedicado ninguna de las mismas. El rey admitió su error y para congraciarse con el santo se puso manos a la obra. Complacido, San Jorge bajó en alguna ocasión a visitar la evolución del templo. Prueba de ello era la huella de su caballo en el pasadizo que conducía hasta la entrada.

Biet Giyorgis, la casa de San Jorge, fue la última en construirse, aislada de las demás, sin pertenecer a ninguno de los dos grupos. Era, sin duda, la más emblemática y famosa. Ocupaba la portada de nuestra guía e ilustraba la de otras publicaciones.



A primera hora de la mañana, sobre las 8.30 (abría a las seis de la mañana) la disfrutamos con poca gente, sin disputar el sitio. Imperaba el silencio y las vistas sobre los valles y las montañas eran un deleite para la mente. En la parte más cercana del horizonte punteaban las casas casi absorbidas por el verdor de la naturaleza. Regresamos varias veces a la caída de la tarde, antes de que cerraran.

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