Nos dirigimos hacia el oeste
para explorar el tercer grupo de iglesias.
Ejecutamos el recorrido en
sentido inverso a como aconsejaban algunos libros por la especial simbología
que atesoraba. De acuerdo a esos dictados, deberíamos haber empezado por la
tumba de Adán, un monolito excavado fácilmente reconocible por la gran cruz tallada
sobre su escalera de acceso. Quizá fue en origen un altar para sacrificios
paganos. “Cristo es el nuevo Adán y se cree que la cruz de Cristo fue clavada
sobre la tumba de Adán”, leí en la guía de Lalibela de Arada Books. Me
sorprendió ese dato porque lo desconocía. Lo que era evidente es que cada
elemento de aquel complejo de iglesias brindaba un significado que se
articulaba con el resto en un programa religioso.
La tumba daba acceso a la
iglesia o casa del Gólgota, donde Cristo sufrió crucifixión. A la izquierda, al
entrar, estaban las grutas de San Pedro y San Pablo, tres espacios conectados
entre sí. Quizá correspondían a un intento de excavar una iglesia que posteriormente
se abandonó. A la derecha, conectaba con las tres iglesias de Biet
Golgotha-Micael-Selassie, también denominadas Debra
Sina-Golgotha-Selassie. Estaban incrustadas en la roca y no estaban
completamente aisladas.
Lo curioso es que cada una de
estas tres capillas estaba dividida en dos partes: Kiddhane Meheret y Debra
Sina, con tres naves divididas por cuatro pilares cruciformes; Micael (Miguel)
y Lalibela, sólo accesible para los hombres, con dos naves, tres pilares
cruciformes y siete nichos con figuras en bajorrelieve; y Golgotha, con
la cripta Selassie.
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