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Imágenes y palabras de Etiopía 75. Entre dos ámibitos.


 

Del primer ámbito pasamos al segundo. Las figuras talladas guardaban las tumbas de Cristo y Lalibela. Los nombres inscritos no servían para su identificación ya que habían sido tallados tiempo después. Una trampilla conducía a la tumba del emperador, aunque nunca se había confirmado. Unas hermosas cortinas rojas con cruces doradas separaban los ámbitos. Un sacerdote nos ofreció arena de la Jerusalén negra. Nos quedamos indecisos hasta que uno de mis compañeros sacó un pañuelo de papel y lo extendió ante él. Con una pequeña pala depositó un montoncito. Los demás le imitamos y guardamos aquel tesoro donde pudimos con la esperanza de que no se derramara.



La cripta no era accesible. Era el lugar más sagrado del recinto. Lo presidían tres altares monolíticos. El central conservaba bajorrelieves que representaban a los evangelistas con cabezas de sus animales simbólicos. En las paredes, dos figuras intrigantes. Por supuesto, esto lo escribo gracias a lo que he leído. Cuentan que en 1939 los italianos entraron en el lugar y que lo hicieron a punta de pistola como único medio para penetrar la cripta sagrada en que un único pilar simbolizaría la unidad de la fe y se comunicaría con el pilar central de Biet Mariam.

Leí que las tres capillas se construyeron después del reinado de Lalibela y que no guardaban rasgos vinculados con Axum.



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