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Imágenes y palabras de Etiopía 73. El interior de San María.


 

El interior estaba dividido en tres naves por dos filas de cinco pilares que acababan en arcos de medio punto. Al elevar la vista, y con gran esfuerzo por la oscuridad de la iglesia, apreciamos que estaba decorada con pinturas. Algunas eran geométricas, como flores abiertas o símbolos solares, la estrella de Salomón, esvásticas, o la Cruz de Malta. Otras representaban diversas escenas: la Anunciación de Zacarías sobre el nacimiento de San Juan Bautista, la Visitación de María a Isabel, la cena en casa de Simón, un paralítico en su cama, un águila bicéfala que no tenía nada que ver con nuestra águila imperial. De inspiración bizantina eran la paloma eucarística, el fénix o el pavo, y compartían protagonismo con otros animales locales, como el cebú, el elefante o el camello.



Mamush nos reagrupó en torno al pilar central, que simbolizaba la unidad y que estaba cubierto por una tela. Se decía que el rey Lalibela asistía diariamente a los oficios cada mañana en este templo. En una de esas ocasiones tuvo una visión: Jesús celebraba la misa con el atuendo del sacerdote. Para conmemorar ese milagro mandó recubrir el pilar para que no fuera profanado por la vista de los infieles porque había sido tocado por la divinidad. También afirmaban que simbolizaba el eje cósmico que unía el cielo y la tierra. Parte de la iglesia estaba tallada sobre Biet Golgotha Selassie, y algún experto afirmaba que este pilar no tenía base y se prolongaba hasta ella, sin capitel. El de esa iglesia simbolizaría la Resurrección y éste la Ascensión.



Según una leyenda popular, uno de los pilares mostraba el pasado de la humanidad y éste, cubierto por la tela, el futuro, que sólo podía ser conocido por Dios. Otra tradición aseveraba que el pilar contenía el secreto del inicio y del fin del mundo. Los sacerdotes manifestaban que fue el propio rey Lalibela quien talló el pilar y dejó reseñado el secreto de cómo fueron realizadas las iglesias. Por todas estas razones se decía que sería un sacrilegio dejar el pilar desnudo. Qué mejor medio de protegerlo que el castigo divino. La experta Beatrice Playne escribió que había visto bajo la tela una madonna del siglo XVII o XVIII.

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