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Imágenes y palabras de Etiopía 58. Los falashas o judíos etíopes.


 

La primera vez que oí hablar de los falashas fue a Juan Manuel Riesgo en un almuerzo coloquio en Madrid. Se refería a ellos como probables antepasados de un pequeño grupo étnico de Sudáfrica, los lemba, unos 70.000 individuos que mantenían prácticas judaicas. Confirmé aquellos datos en su publicación “El apartheid”, el nº 12 de Cuadernos del Mundo Actual, de Historia 16. Se les denominaba los judíos de Kruger, por ser el presidente del Transvaal quien los había estudiado para intentar someterlos. “En ellos son frecuentes nombres como Filemón o Salomón y poseen una nariz sorprendentemente judía y alargada entre pueblos negros”-afirmaba Riesgo.

Utilizaban en su lengua shona algunos términos hebreos, practicaban la circuncisión y tocaban instrumentos musicales similares a los de los falashas. Quizá fueran negros nilóticos convertidos al judaísmo en Etiopía y desplazados posteriormente a los grandes lagos y a Sudáfrica.

A los judíos negros lemba no se les concedía ninguno de los derechos de los blancos.

A pocos kilómetros al norte de la ciudad se localizaban algunas aldeas donde aún habitaban falashas, los Bete Israel (la Casa de Israel). Una de esas aldeas era Wolleka. Me hubiera gustado acercarme a ella y conocerlos de primera mano. No sé si hubiera podido entenderme con ellos. Habrá que esperar una próxima ocasión, si es que la hubiere. Era famosa su cerámica decorada con motivos judíos, como la estrella de David o escenas sobre el rey Salomón y la reina de Saba.

El término falasha tenía cierto carácter peyorativo, que equivalía a extranjero, vagabundo u hombre sin tierra.

De algo más de cien mil personas habían pasado en las últimas décadas a menos de diez mil. La causa de tan extraordinario descenso era la emigración a Israel. La ley de Retorno de 1950 abrió el camino a su reconocimiento como descendientes de las tribus perdidas de Israel, en 1975. En varias operaciones fueron trasladados a ese país. No fue fácil. La hambruna de 1984 provocó el traslado de un primer contingente a campos de refugiados de Sudán, de donde partieron a Israel. Era la operación Moisés. En 1991 tuvo lugar la operación Salomón. En 36 horas trasladaron en avión a más de catorce mil falashas. Posteriormente fueron sometidos a un ligero proceso de conversión.

Lo que no fue un éxito fue su integración en Israel. Según el artículo “El orgullo roto de los falashas”, publicado en El País en junio de 2006, “el 70 % de las familias carece de un salario, el 66 % vive de ayudas sociales”.

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