Aquel monasterio provocaba una
sensación especial desde la entrada. Mamush nos puso a prueba antes de darnos
las pautas de interpretación ante la fachada, una estructura en tres pisos
acorde con las pautas del resto de edificios de Gondar: dos grandes arcos como
dos amplios ojos, un balcón y una pequeña torre con una bóveda. La entrada
simulaba la cabeza de un león, Anbessa, el león de Judá, el símbolo de la
monarquía etíope. Su cuerpo se prolongaba en el alto muro perimetral que
separaba al mundo terrenal del divino. La cola aparecía representada en el
interior. En la muralla se alzaban doce torres que recordaban a los doce
apóstoles. Visitar los monasterios ayudaba a conocer la tradición y el
simbolismo, a comprenderlo y asimilarlo.
La iglesia de la Trinidad en el
monte de la luz, que ese era su nombre traducido del amariña, resistió a la
invasión sudanesa de la década de 1880 que acabó con muchas de las
instituciones religiosas de la ciudad. Ésta se salvó, cuenta la leyenda, por la
intercesión de un inmenso enjambre de abejas que lo defendió de los
enfervorizados fanáticos. Las abejas aparecen con frecuencia en las leyendas
etíopes ejerciendo un poder protector y salvador, como una hueste divina que
defiende porque Dios así lo ha ordenado.
Fundada a finales del siglo XVII
por el piadoso Iyasu I, el Grande, su dinastía enriqueció la ciudad con
múltiples templos, quizá cuarenta y cuatro. Sustituyó a una iglesia circular
que se alzaba en la misma colina. La actual era de planta rectangular.
En la entrada permanecía un
anciano ciego envuelto en su tela blanca. Al lado, sentado sobre el escalón de
la misma, un niño que quizá fuera el lazarillo y que dejaba vagar su mirada
perdida en el horizonte, la mirada que no podía ejecutar el anciano. Apenas se
inmutó con nuestra presencia. Mamush saludó con el respecto que correspondía al
anciano y pasamos al patio. En lo alto del templo, la peculiar cruz etíope
circular, como un mandala o símbolo solar, y en los extremos los siete huevos
de avestruz. En el pasado, el avestruz fue un animal abundante en el país.
En una esquina, un pequeño
edificio albergó la auténtica Arca de la Alianza que estuvo aquí en una de sus
etapas de peregrinaje hasta el actual Axum. Ahora era el refugio de utensilios
de culto.
0 comments:
Publicar un comentario