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Imágenes y palabras de Etiopía 56. Debre Bisham Selassie.


 

Aquel monasterio provocaba una sensación especial desde la entrada. Mamush nos puso a prueba antes de darnos las pautas de interpretación ante la fachada, una estructura en tres pisos acorde con las pautas del resto de edificios de Gondar: dos grandes arcos como dos amplios ojos, un balcón y una pequeña torre con una bóveda. La entrada simulaba la cabeza de un león, Anbessa, el león de Judá, el símbolo de la monarquía etíope. Su cuerpo se prolongaba en el alto muro perimetral que separaba al mundo terrenal del divino. La cola aparecía representada en el interior. En la muralla se alzaban doce torres que recordaban a los doce apóstoles. Visitar los monasterios ayudaba a conocer la tradición y el simbolismo, a comprenderlo y asimilarlo.



La iglesia de la Trinidad en el monte de la luz, que ese era su nombre traducido del amariña, resistió a la invasión sudanesa de la década de 1880 que acabó con muchas de las instituciones religiosas de la ciudad. Ésta se salvó, cuenta la leyenda, por la intercesión de un inmenso enjambre de abejas que lo defendió de los enfervorizados fanáticos. Las abejas aparecen con frecuencia en las leyendas etíopes ejerciendo un poder protector y salvador, como una hueste divina que defiende porque Dios así lo ha ordenado.



Fundada a finales del siglo XVII por el piadoso Iyasu I, el Grande, su dinastía enriqueció la ciudad con múltiples templos, quizá cuarenta y cuatro. Sustituyó a una iglesia circular que se alzaba en la misma colina. La actual era de planta rectangular.

En la entrada permanecía un anciano ciego envuelto en su tela blanca. Al lado, sentado sobre el escalón de la misma, un niño que quizá fuera el lazarillo y que dejaba vagar su mirada perdida en el horizonte, la mirada que no podía ejecutar el anciano. Apenas se inmutó con nuestra presencia. Mamush saludó con el respecto que correspondía al anciano y pasamos al patio. En lo alto del templo, la peculiar cruz etíope circular, como un mandala o símbolo solar, y en los extremos los siete huevos de avestruz. En el pasado, el avestruz fue un animal abundante en el país.



En una esquina, un pequeño edificio albergó la auténtica Arca de la Alianza que estuvo aquí en una de sus etapas de peregrinaje hasta el actual Axum. Ahora era el refugio de utensilios de culto.

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