Designed by VeeThemes.com | Rediseñando x Gestquest

Imágenes y palabras de Etiopía 55.Un lugar para la Epifanía.

 


Era un pequeño pabellón rodeado de densos árboles y a unos 2 kilómetros de la ciudad, un lugar tranquilo que se supone utilizó el emperador como segunda residencia, un lugar para alejarse de la corte y regresar sin tardanza si fuera necesario. Sin embargo, lo importante era la piscina -o baño- donde se alzaba: el baño de Fasílides.

El pabellón estaba cerrado y la piscina casi vacía. El momento de visitarlo era por la fiesta de la Epifanía, entre el 18 y el 20 de enero. En el Timket, nombre que recibe en amariña la festividad, no se celebra la adoración de los Reyes Magos, como en Occidente, sino el bautismo de Cristo y con ese motivo la piscina o baño se llena y es bendecida por los sacerdotes. Los fieles renovarán su bautismo, su voto de ingreso en el cristianismo, como escribe Reverte. Esos fieles vaciarán su contenido llevándose botellitas de agua bendita. En algunos lugares los fieles son rociados con esa agua sagrada mediante mangueras.



El lugar nos llenó de calma. Las raíces de los árboles se derramaban por el muro perimetral y se sentaban en las gradas superiores como los espíritus vegetales de los fieles que estuvieran esperando hasta la próxima gran cita. Era una estampa similar a la de los templos de Angkor, en Camboya. Algunos árboles eran especialmente grandes y ofrecían una agradable sombra extendiendo sus brazos repletos de hojas.



La víspera del Timket, como narra Reverte, que sí vivió la festividad y la contó en Los caminos perdidos de África, los fieles acompañaban las procesiones de tabots, las réplicas del Arca, única ocasión en que salen de las iglesias y pueden ser contemplados por el público. Las llevan hasta un lugar cercano a una corriente de agua. A la una de la mañana se celebra una misa:

Las congregaciones de jóvenes, los liqawent, rezan y cantan a Cristo desde el atardecer del 19 al amanecer del 20 y luego acompañan con sus danzas y sus cantos a los sacerdotes que salen de nuevo en procesión hacia un lugar donde habrán de encontrarse con las procesiones de otras parroquias, cada una de ellas con su propio tabot. A la fiesta se unen los Shissheba, grupos de baile religioso formados por clérigos, que interpretan canciones que se remontan al siglo VI y que fueron compuestas por el santo Yared, el padre de la zema, la música sacra etíope, sobre textos de los Evangelios. Las letras de estos himnos se cantan en gue’ez, la lengua primitiva del país, previa al amárico, una especie de latín etíope en el que están escritos los antiguos códices religiosos y las crónicas reales.

Aun nos quedaba una etapa esencial en la visita de la ciudad. El tiempo se echaba encima.



0 comments:

Publicar un comentario