En la espesura observamos una
fuente que se activaba con una palanca. Era el abastecimiento de agua de la
zona.
Por la parte alta del valle
continuamos nuestro camino. Había oído hablar mucho de las caminatas por la
zona, que había merecido la protección de la Unesco al calificarlo como
Patrimonio de la Humanidad. Con más tiempo hubiera sido un placer caminar por su
senda y paladear aquellos paisajes que discurrían a toda velocidad por la
ventanilla. Las montañas estaban abancaladas y me resultó curioso que un lugar
tan remoto estuviera cultivado. Que la tierra era buena daban fe los árboles
enormes y la agricultura y la ganadería que salpicaban el verdor. Volvieron a
brillar los tejados de chapa de las iglesias y las casas.
Un desvío marcaba el camino
hacia el castillo o palacio de Guzara, sobre un monte y, previsiblemente, con
excelentes vistas. Nos comentó Mamush que era parte de los edificios que habían
sido incluidos en la declaración de Patrimonio de la Humanidad de Gondar. No
tengo muy clara su ubicación según mis apuntes.
Ya faltaba poco para Gondar.
Tras subir y bajar varios puertos, claro.
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