Fue el primer europeo que
alcanzó las fuentes del Nilo, muchos años antes que los exploradores ingleses
del siglo XIX. Sin embargo, y a pesar de su hazaña, su hombre cayó en el olvido
y si no fuera por aquel libro y algún otro que lo han reivindicado seguiría en
el limbo al que están condenados muchos de nuestros héroes del pasado.
A su llegada, reinaba el joven
Jacob, de 13 años, que fue destronado por su tío Ze-Denguel, quien manifestó su
deseo de convertirse al catolicismo. Aunque Páez le aconsejó prudencia, decidió
escribir una carta de sumisión al Papa y al rey de Portugal (Felipe III de
España). La filtración de su contenido provocó una sublevación popular
fomentada por los señores territoriales (los ras) y el asesinato del emperador. La guerra civil se prolongó
hasta 1607 y concluyó en el ascenso al trono de Susinios, que también se
convirtió al catolicismo. Su conversión coincidió con la muerte de Páez.
Su sucesor, el patriarca Alfonso
Mendes, trató de imponer el catolicismo al pueblo que debía seguir la religión
oficial de su rey. Sus medidas, contrarias al espíritu de Páez, fueron la causa
de la caída del catolicismo y la animadversión que hacía él aún permanece en el
pueblo. En 1632 el emperador daba libertad para que el pueblo siguiera la
religión que quisiera, aunque la proclama que se emitió forzaba a la vuelta a
la fe ortodoxa. Detrás de esa transformación del mensaje estaba el heredero al
trono y futuro emperador, Fasílides, que no tenía ninguna simpatía por los
católicos. Él fue quien trasladó la capital a Gondar y la embelleció con
palacios e iglesias.
0 comments:
Publicar un comentario