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Imágenes y palabras de Etiopía 39. Pedro Páez versus Luis de Urreta.

Palacios de Gondar.

 

Emmanuel D’Almeida, otro jesuita, lo describe como un hombre alto, de cabellos castaños, presencia llamativa y muy rápido de mente. Y, sobre todo, “tan afable en sus modos que cautivaba los corazones de cuantos le trataban”, destaca Reverte”, que recoge también las palabras de Bruce, su enemigo declarado, que habla de él como un hombre raro “tan afable, compasivo y humilde, que nunca tuvo la oportunidad de conversar, aún con los herejes, sin convertirlos en amigos”. Y, continúa diciendo, que “cada vez que Susinios venía a Gorgorá, se detenía largo rato, de rodillas sobre su tumba, derramando abundantes lágrimas”. Gorgorá y Fremona fueron las dos principales misiones de los jesuitas. La primera aún conserva las ruinas de una iglesia barroca erigida por Páez.

Recorrió el país en sus andanzas misioneras y muchas veces acompañando al emperador, que lo adoptó como consejero. Dejó unas extraordinarias descripciones de sus paisajes, sus ciudades, sus gentes y sus costumbres en su Historia de Etiopía, que durante mucho tiempo fue ignorada. No se publicó en español hasta 2010 y la edición portuguesa data de 1945.

Muchas mentiras se escribieron sobre Etiopía en el pasado. Entre las más abultadas destacaban las del fraile dominico español Luis de Urreta que vertió en su obra Historia eclesiástica y política de los grandes y remotos reinos de Etiopía, monarquía del imperio llamado Preste Juan de las Indias.

Luis de Urreta nunca estuvo en Etiopía, por lo que nunca pudo corroborar las afirmaciones que imputa a un etíope llamado Joao Balthasar, nacido en la provincia de Fatagar y desplazado a Europa, donde le conoció. Transcribo lo reflejado por Reverte del libro de Urreta:

Contaba que Etiopía era un país de fabulosas ciudades con edificios majestuosos, que poseía una biblioteca donde se guardaba toda la sabiduría del mundo, que el emperador era dueño de un riquísimo tesoro en piedras preciosas y oro, que había numerosas y excelentes escuelas donde estudiaban juntos niños de ambos sexos… y muchas otras insólitas fantasías: en el país había hormigas grandes como perros, árboles que daban fruta todo el año, reyes que descendían de los Reyes Magos y que nacían con una estrella grabada en la piel… Urreta afirmaba, además, que los etíopes practicaban el catolicismo y que sus emperadores juraban la obediencia a Roma al acceder al trono.

Este libro provocó que Páez acelerara la redacción del suyo.

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