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Imágenes y palabras de Etiopía 29. Hacia las cataratas Tis Isat.

 


El desvío del cauce del Nilo fue una eficaz arma estratégica contra quienes gobernaban aguas abajo. Los emperadores etíopes utilizaron la amenaza en varias ocasiones con bastante éxito ya que la agricultura de Sudán y Egipto dependía esencialmente de las periódicas crecidas que alimentaban los campos. En 1441, con el poder musulmán consolidado en Egipto, el emperador Zara Yacub utilizó esa amenaza para que cesaran los atropellos a la población copta.



La carretera que comunicaba con las cataratas era horrorosa. Estaba anegada por la lluvia, sembrada de baches y dominada por el barro, lo que ralentizaba el avance. A los lados se sucedían campos de café, maíz, caña o chat, la suave droga local que se exportaba a los países cercanos. Los campos lucían verdes, pastaban las vacas parsimoniosas, las montañas enmarcaban un valle fértil. Casas y poblados sencillos y de subsistencia se beneficiaban de ellos. La gente nos miraba con curiosidad, algunos con una sonrisa, quizá provocada por la sorpresa del acontecimiento; otros serios y herméticos. Eran los habitantes de esas casas de madera recubiertas de barroco y adobe. Empezó a llover y los caminantes abrieron sus paraguas. Temimos lo peor pero nuestra visita no quedó frustrada. Las canalizaciones que observábamos admitían el agua de lluvia, que seguía su destino, a su bola, quizá mezclada con las aguas fecales. Los movimientos de tierras presagiaban una mejora de la carretera.



Paramos junto al control de acceso. Allí nos unimos a otros viajeros que buscaban también las cataratas. Pero algo ocurría ya que los vehículos estaban estacionados y los interesados formaban pequeños grupos con cara de preocupación o de cabreo. Mamush bajó del vehículo y fue directo a la caseta para entablar negociaciones para que abrieran la presa y fluyeran las aguas. Desde la construcción de la misma, a principios de siglo, para generar electricidad para la zona, las cataratas dependían de la decisión del hombre.

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