A pocos minutos en barca estaba
otra joya del lago: la iglesia de Azura Maryan, algo más pequeña pero
igualmente hermosa por sus frescos. Recuerdo su espectacular San Jorge
lanceando al dragón y cómo un pequeño diablo contemplaba la escena. San Jorge
era el patrón de Etiopía y ocupaba un lugar privilegiado en el imaginario
religioso etíope. Era la victoria del bien sobre el mal, un combate ancestral
que se repetía una y otra vez en todas las religiones. Alguna escena recordaba
al Apocalipsis de San Juan (12, 7-9):
Entonces
se entabló un combate en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron con el
Dragón. También el dragón y sus Ángeles combatieron pero no prevalecieron y no
hubo ya en el cielo lugar para ellos. Y fue arrojado el gran Dragón, la
Serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero:
fue arrojado a la tierra y sus Ángeles fueron arrojados con él.
Las escenas, al igual que en el
anterior templo, ocupaban toda la pared hasta el techo, en bandas superpuestas,
como en un cómic. Su sencillez era un poco naif, al ir dirigidos a un pueblo
con fe, aunque sin gran cultura. El mensaje era evidente y fácilmente
interpretable. Pude identificar la Anunciación, el nacimiento de Cristo, el
bautismo del Jordán, el prendimiento, la flagelación y otras escenas del Nuevo
Testamento. También, reyes con sus séquitos, vírgenes y querubines, santos,
ejércitos en posición de ataque, hermosos ropajes, martirios y otras escenas
bíblicas.
Fuera nos esperaban los niños.
Correteaban pidiendo algo, un bolígrafo, o un lápiz, ofreciendo tejidos o
cualquier cosa. Se les veía con buen aspecto, limpios, de ropas modestas y
saneadas. Algunos pretendían cambiarte algo por el chubasquero, el polo o por
la camiseta. Un vendedor me ofreció varias pinturas por mi reloj.
El regreso me pareció más rápido
que la ida. Atravesamos la ciudad y comimos en un restaurante ocupado
mayoritariamente por la gente local. El menú era sopa de verduras o de tomate
(que se repitió eternamente durante todo el viaje), y el sabroso pescado local,
la tilapia, con guarnición de verduras y arroz. No faltó la cerveza ni el café.
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