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Imágenes y palabras de Etiopía 19. Bahardar desde el aire y la tierra.


 

Quizá aquellos pensamientos se desprendieron de un despertar tempranísimo, las 4,30 de la mañana. Tras un potente desayuno a las 5, nos recogieron a las 5,30 y atravesamos Adis cuando aún no había amanecido y el ambiente nocturno aún estaba a pleno rendimiento.

Los controles de seguridad fueron un auténtico coñazo al tener que quitarse los zapatos, el cinturón -me di cuenta de que se me caían los pantalones-, cualquier chatarra en los bolsillos. Volvías a colocar todo unos metros más allá y otra vez había que repetir la maniobra. El embarque en el bimotor de hélice fue a pie y tranquilo.



La niebla y la oscuridad dificultaban la visión de Adís Abeba, inmensa, de edificios bastante planos. Al atravesar las nubes aproveché para una breve cabezada. Tampoco tenía demasiado sueño. Me había acostado muy pronto. Con el reparto de zumo y bollo me despejé y me concentré en escrutar el altiplano, las montañas, el verdor constante, como si se tratara del norte de España. Los ríos serpenteantes trazaban rastros color chocolate. La erosión debía ser enorme. Me pareció un paisaje bucólico salpicado de casitas difusas. Al aparecer el lago Tana supimos que el vuelo estaba a punto de terminar. Sin incidentes.

El nombre de la ciudad lo vi escrito de diferentes formas: Bahardar, Bahar Dar o Bahir Dar. En cualquiera de sus versiones, significaba “a la orilla del mar”, en amariña. Al carecer el país de salida al mar, sus lagos eran sus mares interiores.



Tampoco parecía haber un acuerdo total sobre la distancia a la que nos encontrábamos de la capital. En un caso hablaban de 563 kilómetros y en otro de 378 kilómetros. Quizá la diferencia se debiera a llegar por carretera o volar en línea recta.

Tampoco había unanimidad en cuanto a su población, desde los 184.000 habitantes que indicaba la guía a los 378.000 de Wikipedia o 549.000 de otra fuente, supuestamente de 2012. La emigración hacia una ciudad próspera como ésta y la alta tasa de natalidad, unido al descontrol burocrático, daba esa variedad de resultados. Lo cierto es que la ciudad estaba animada con el movimiento de gente y de los simpáticos tuk tuk, los motocarros que servían de taxis en ésta y otras ciudades del país. Desde el año 2000 contaba con una universidad que era la evolución de una institución educativa anterior.

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