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Imágenes y palabras de Etiopía 11. El museo Etnográfico.


 

No disponíamos de demasiado tiempo para la visita. El edificio estaba casi vacío. La gran escalera lucía una gran foto en blanco y negro que me hizo recordar una expresión de mi madre: “tienes pelos de abisinio”. En la foto aparecían varios soldados que presentaban pelos encrespados de lo más cómico.

En la primera planta se encontraban algunos de los regalos realizados al emperador por parte de dignatarios locales y extranjeros o los entregados por éste en premio a sus súbditos. El más llamativo era un león disecado que solía ser el regalo más importante que entregaba.



Visitamos las estancias del emperador, su dormitorio con la gran cama, el cuarto de baño, un tanto destartalado, y otras habitaciones. Por lo que nos comentaron, el palacio había sufrido diversas modificaciones y adiciones no siempre compatibles con los usos antiguos.

Quizá las salas del palacio y su significado histórico eran más interesantes que las colecciones, que adolecían de los mismos errores que el anterior museo. Allí se exhibían objetos tradicionales, maquetas y reproducciones y, sobre todo, fotografías en blanco y negro de mujeres de las diferentes etnias, con especial énfasis en las menos desarrolladas del sur del país. Era una buena introducción a lo que nos depararía posteriormente el viaje.



Me sorprendió la veneración que los etíopes aún sentían por su último emperador, a quien depusieron del trono por ser un freno a la solución del país. El tiempo sanaba las heridas y dotaba al olvido de un carácter devorador de los malos recuerdos. Los etíopes eran conscientes de que sus emperadores dieron prestigio al país en un continente caracterizado por la tribalidad.

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