Algún festejo se preparaba en
Vigevano. Nos desviaron a la entrada del pueblo y nos cruzamos con varias
personas con las mismas camisetas azules que uniformaban a los participantes de
algún evento.
El principal atractivo era la
plaza Ducal, calificada como la más hermosa de Italia, la cual era muy
atrayente, aunque también destapaba cierto temor por la exageración, que este
país acumula plazas de una extraordinaria belleza. No le faltaba razón, pero
también ofrecía otras joyas. La primera, la propia calle que desembocaba en el
Duomo. Casas señoriales de colores suaves se sucedían en su trazado. Y buenas
tiendas.
La plaza era rectangular,
alargada, una sucesión de arcos y soportales que sostenían un frente claro con
sencillos y elegantes adornos pintados que simulaban columnas o dibujos como de
azulejos. Cuentan que Bramante y Leonardo trabajaron en su concepción, buena
tarjeta de presentación para los visitantes. El conjunto era de una belleza
serena. Por encima de los tejados asomaba la torre del castillo. Las terrazas y
las sombrillas se habían apoderado de los lados largos del rectángulo.
Cerrando uno de los lados cortos
estaba la catedral, de fachada arqueada. Ésta había sido construida a
instancias del obispo español Juan Caramuel, quien confió la dirección al
arquitecto Lobkowitz y que la terminó en 1670. La estructura de las naves era
dos siglos anterior y sustituyó a una iglesia de la mitad del siglo X.
Francesco II Sforza puso su empeño en que esa catedral armonizara con la plaza
y el castillo. Realizó importantes donaciones que se exhibían en el museo del
tesoro. El primer Francesco Sforza había nacido aquí y después de asediar la
ciudad procuró que fuera sede episcopal. También era de Vigevano Ludovico el
Moro.
Si se buscaba impresionar al
creyente o al visitante, el objetivo lo consiguieron. El interior era magnífico
y la nave central alta y amplia culminaba en una cúpula que iluminaba el
órgano, el púlpito y el abocinado del ábside. La bóveda y la cúpula estaban
cubiertas de frescos. Una capilla acaparaba lujo y poder.
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