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Milán, Pavia y los lagos 43. La plaza Ducal y la catedral.


 

Algún festejo se preparaba en Vigevano. Nos desviaron a la entrada del pueblo y nos cruzamos con varias personas con las mismas camisetas azules que uniformaban a los participantes de algún evento.

El principal atractivo era la plaza Ducal, calificada como la más hermosa de Italia, la cual era muy atrayente, aunque también destapaba cierto temor por la exageración, que este país acumula plazas de una extraordinaria belleza. No le faltaba razón, pero también ofrecía otras joyas. La primera, la propia calle que desembocaba en el Duomo. Casas señoriales de colores suaves se sucedían en su trazado. Y buenas tiendas.



La plaza era rectangular, alargada, una sucesión de arcos y soportales que sostenían un frente claro con sencillos y elegantes adornos pintados que simulaban columnas o dibujos como de azulejos. Cuentan que Bramante y Leonardo trabajaron en su concepción, buena tarjeta de presentación para los visitantes. El conjunto era de una belleza serena. Por encima de los tejados asomaba la torre del castillo. Las terrazas y las sombrillas se habían apoderado de los lados largos del rectángulo.



Cerrando uno de los lados cortos estaba la catedral, de fachada arqueada. Ésta había sido construida a instancias del obispo español Juan Caramuel, quien confió la dirección al arquitecto Lobkowitz y que la terminó en 1670. La estructura de las naves era dos siglos anterior y sustituyó a una iglesia de la mitad del siglo X. Francesco II Sforza puso su empeño en que esa catedral armonizara con la plaza y el castillo. Realizó importantes donaciones que se exhibían en el museo del tesoro. El primer Francesco Sforza había nacido aquí y después de asediar la ciudad procuró que fuera sede episcopal. También era de Vigevano Ludovico el Moro.



Si se buscaba impresionar al creyente o al visitante, el objetivo lo consiguieron. El interior era magnífico y la nave central alta y amplia culminaba en una cúpula que iluminaba el órgano, el púlpito y el abocinado del ábside. La bóveda y la cúpula estaban cubiertas de frescos. Una capilla acaparaba lujo y poder.

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