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MIlán, Pavia y los lagos 36. Las ambiciones de Francia sobre Milán.


 

Con el nombramiento de Carlos I de España como emperador Carlos V de Alemania, Francia quedaba rodeada por territorios dominados por el emperador. Para desquitarse de sus frustradas aspiraciones, Francisco I buscó la conquista del Milanesado o ducado de Milán. Las aspiraciones de la corona de Francia sobre los territorios de Italia se arrastraban desde varias décadas atrás. El propio Francisco I, nada más subir al trono en 1515, invadió Milán tras ganar la batalla de Marignano.

El 25 de octubre de 1524, el monarca francés cruzó nuevamente los Alpes y tomó Milán en el mes de noviembre. Las tropas españolas se vieron obligadas a abandonar la ciudad y refugiarse en varias ciudades, entre ellas, Pavía. En ella se atrincheró Antonio Leyva con unos seis mil hombres. Las tropas que le sitiaron alcanzaban las 30.000 unidades y 53 piezas de artillería, que sometieron a la ciudad a un constante fuego de cañonazos.

Lejos de rendirse, los españoles prolongaron su resistencia a pesar de la artillería, el hambre y las enfermedades. O el amago de rendición con el que amenazaron los mercenarios suizos y alemanes si no cobraban sus pagas. Los generales españoles las pagaron de su bolsillo. Sin embargo, los arcabuceros españoles decidieron seguir la defensa sin cobrar. Una lección para sus compañeros.

Leyva era un veterano de la guerra de Granada que era admirado hasta por el propio emperador. Supo mantener la disciplina, insuflar ánimo a la tropa y esperar al ejército de refuerzo que fue enviado desde Alemania. Para mantener ocupado al enemigo realizaba continuas incursiones que impedían a los sitiadores relajarse.

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