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Milán, Pavia y los lagos 7. El Teatro alla Scala.

 


El tercer imprescindible se sitúa también muy cerca: el Teatro alla Scala. Se edificó bajo dominio austríaco, entre 1776 y 1778. El teatro Ducale había ardido el 25 de febrero de 1776. El nuevo emplazamiento ocupó el lugar de la iglesia de Santa María alla Scala, de la que tomó su nombre. Es uno de los teatros de ópera más famosos del mundo.

Preside la plaza Leonardo da Vinci. Le rodean los edificios de la Banca Commerciale Italiana y el palacio Marino, que mandó construir Tommaso Marino para una amante, según dicen las habladurías. Sus deudas llevaron a la familia a la bancarrota y a vender el palacio, que ocupa actualmente el ayuntamiento. Merece la pena la otra fachada que da a San Fedele.



La Scala ha acogido estrenos y noches épicas, grandes directores y a los mejores cantantes. La temporada suele iniciarse el día del patrón de la ciudad, San Ambrosio, el 7 de diciembre. Las óperas deben terminar antes de la medianoche. Quien no haya actuado en este templo no es nada en la música. Ninguno lo hemos visitado por dentro ni hemos asistido a ninguna función, aunque ninguno perdemos la esperanza de hacerlo en un futuro. Cuidado con los tranvías que pasan ante su fachada principal.

Una vez conocido el cogollo de la ciudad habrá que ampliar las exploraciones con nuevos destinos, muchos más de los que se pueda imaginar en un principio.


 


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