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MIlán, Pavia y los lagos 6. La galería de Vittorio Emanuelle.


 

El segundo lugar imprescindible también requiere, o aconseja, un buen punto de observación. Nosotros lo situamos en un café literario a pocos metros de la cúpula. Es mediodía y se puede pedir un capuchino, un refresco, un panino para reponer fuerzas o una cerveza para hacer boca. Efectivamente, lo que piensas es cierto: el precio es alto.

El mirador nos deleita con esas mesnadas de turistas que buscan puntuar, poder tachar uno de sus objetivos esenciales. Los turistas miran hacia el techo mientras que los milaneses, tan elegantes y desenfadados, miran al frente. Sin olvidar unos y otros que el suelo es una joya.



La gente vuelve a ser el espectáculo. Los milaneses salen a almorzar y se unen a los invasores turistas. Los cafés aún no se han llenado con unos u otros. Sólo los habituales toman asiento en sus lugares de siempre. Son mayoritariamente mayores, de pelo blanco repeinado hacia atrás, pañuelo en el blazer y pantalones de raya perfecta. No parece que les afecten los problemas del mundo.



La Galleria Vittorio Emanuelle II fue construida por Giuseppe Mengoni entre 1864 y 1868 siguiendo la estela de un nuevo concepto de centro comercial: una calle cubierta. Bajo la estructura de hierro y acero se agrupan varias tiendas como Prada, Louis Vuitton, Feltrinelli o Rizzoli, por indicar sólo algunas de primera fila para que el comprador más elitista no sufra las inclemencias del tiempo. Mengoni no pudo ver inaugurada su obra al caer de un andamio días antes de que el rey le honrara con su presencia.



Milán se había adherido a Italia poco tiempo antes abandonando el imperio Austro-Húngaro. La revuelta de los Cinque Giornate de marzo de 1848 fue una importante etapa en la Unificación de Italia. Aunque se independizaron de los austríacos, tantos años de dominio y contacto con ellos y los germanos ha conformado el carácter de los milaneses con una impronta alemana que hoy se traduce en su espíritu empresarial. Lo italiano se fusiona con lo germano. Esa mezcla les hace muy diferentes de los habitantes del sur.

El atractivo adicional es el desfile de las modelos de la Semana de la Moda. Monísimas.

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