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Milán, Pavia y los lagos 5. La fachada y el interior del Duomo.


 

La fachada fue completada a principios del siglo XIX. Observada desde lejos impresionaba por su volumen. En la distancia corta volvía a impresionar aunque ahora lo hacía por su perfección. Dedica un buen rato a sus esculturas y a los relieves de las puertas de bronce. Te costará un poco por la presencia de policías controlando los puntos de los visitantes.

La catedral se construyó sobre una basílica paleocristiana del siglo IV. Bajamos a las excavaciones y comprobamos los restos de la época romana. Los carteles explicativos mostraban la ubicación de los baños romanos y del baptisterio.



Nos acogieron las cinco naves de la iglesia con solemnidad. Por el lado derecho, el sur, avanzamos. La verticalidad impresionaba. El suelo era hermoso y en lo alto de los haces de columnas se incrustaban estatuas de santos en sustitución de capiteles. Admiramos las capillas laterales y las vidrieras. En el crucero, el monumento funerario del general Gian Giacomo Medici que recordaba a las estatuas de bronce de Carlos V por ser obra de Leone Leoni. Y el San Bartolomé desollado que mantenía la calma y un libro abierto.



Había demasiada cola para visitar la cripta, saludar a San Carlos Borromeo, enterrado en un ataúd de cristal y ver el tesoro (prescindible, según leímos). Nos asomamos al deambulatorio, contemplamos el órgano y el ábside.



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