El aparthotel Visconti estaba
bien comunicado, tanto para ir al centro desde la estación de metro de Bande
Nere como para salir hacia los destinos que nos habíamos marcado. Se ubicaba en
el barrio de San Siro, barrio de resonancias futboleras. En su estadio, el
Giuseppe Meazza, jugaban los dos grandes equipos de la ciudad, el Inter y el
Milan, ambos en horas bajas después de tantos triunfos. La Juventus de Turín
acaparaba los títulos nacionales. También se encontraba el hipódromo.
San Siro era un barrio
residencial, de clase media, agradable y tranquilo. Un buen lugar para tomar el
pulso a la vida cotidiana de la ciudad. Frente a nuestro hogar había una
pizzería que exhalaba un aroma delicioso. En su terraza se reunían los vecinos
a tomar una cerveza a la hora del aperitivo y a cenar en agradable charla y
compañía. Por la noche la clientela la acaparaba una heladería de éxito
inusitado. Siempre había gente consumiendo sus helados en la calle a cualquier
hora. En la plaza cercana, un Carrefour daba servicio las 24 horas.
El trayecto hacia Certosa di Pavia (Cartuja de Pavía) nos
permitió conocer un poco más sobre los barrios menos frecuentados por los
visitantes de la ciudad. Seguimos los indicadores hacia Pavía, justo al doblar
la esquina de nuestro apartamento, corrigiendo en alguna ocasión con las
instrucciones del navegador, al que hicimos poco caso ya que nos hubiera
llevado por la autopista hacia Pavía y no a la Cartuja, localizada a 8
kilómetros al norte de la ciudad.
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