San Eustorgio era también del
siglo IV y fue transformada en el siglo XII al románico. Las capillas laterales
habían sido promovidas por las principales familias de la ciudad y contaban con
magníficos frescos de Bergognone y de la escuela de Giotto.
Su obra más apreciada era la
capilla Portinari, que inicialmente se construyó para albergar las reliquias de
San Pedro Mártir en el magnífico sepulcro o arca de mármol realizado por
Giovanni Balduccio. Su arquitecto fue Guiniforte Solari, que también participó
en la Certosa de Pavía y en Santa María de la Gracia. Los frescos se atribuían
a Vincenco Foppa, quien también participó en la decoración de San Mauricio, y
representaban escenas de la vida de San Pedro y de otros santos, de la virgen o
milagros. Foppa y Bergognone fueron los mejores pintores de la escuela de
Milán. La escuela se movió entre la influencia de la Toscana y las tendencias
locales, entre el gótico y las nuevas ideas renacentistas y las influencias de
Leonardo.
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