Un poco más al sudeste nuestro
recorrido por las principales iglesias nos llevó hasta San Lorenzo Maggiore. Un
extenso parque, el de las basílicas, la unía con San Eustorgio, una de las
etapas en las peregrinaciones a Roma por estar allí guardadas las reliquias de
los Reyes Magos. El parque era una incitación al descanso en época de buen
tiempo.
Lo primero que se percibía desde
el exterior era un grupo de edificios de color rojo de donde sobresalía una
construcción blanca más alta. Estaban sobre una pequeña colina artificial ya
que el suelo era inestable. Ocupaba el lugar de antiguas construcciones
romanas, posiblemente un anfiteatro, que aportaron los materiales para la
basílica, iniciada a finales del siglo IV o principios del siglo V, un momento
de efervescencia constructiva en la ciudad. Y, como en el caso de San Ambrosio,
la edad Media trajo su transformación, en este caso provocada por los desastres
que se sucedieron en la ciudad.
La cúpula blanca que sobresalía
por encima del resto de las edificaciones sustituyó a otra anterior que se
hundió en 1563.
El interior era de planta
cuadrada.
El arzobispo Borromeo transformó
la capilla de San Genesio en la
interesante capilla de San Aquilino de Colonia, cuyas reliquias se
guardaban en una urna. Puede que fuera un santuario del siglo V o un mausoleo
imperial. De aquella época aun se conservan algunos mosaicos del atrio. Unos
hermosos frescos adornaban el techo sobre el altar principal.
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