Leonardo tuvo una vida
apasionante, aunque no siempre fácil. Como hijo ilegítimo se le negó el acceso
al saber clásico codificado en latín y griego. Ello le obligó a aprender
directamente de la naturaleza mediante la observación y la experimentación que dejó
reflejadas en sus famosos cuadernos.
La gran figura del gran genio
renacentista siempre me ha apasionado. Reconozco que me resulta más simpático
que su contemporáneo Miguel Angel y a ambos les tengo en el podio de los
grandes hombres del Renacimiento que fueron artistas totales. Una serie de la
RAI, hace muchos años, me trajo su figura y en una exposición de la Fundación
Canal de 2011 tuve ocasión de acercarme más a su persona y su obra. Para la
exposición trajeron una copia de La
ultima cena elaborada por de la Royal Academy of Arts de Londres.
Leonardo nació en la Toscana
aunque una parte importante de su vida la pasó en Milán, donde su figura ha de
ser asociada con la de su gran mecenas: Ludovico el Moro. Milán le honra
asociando su nombre con el del museo de la Ciencia y la Tecnología, cerca de
Santa María. También con la escultura en la plaza de la Scala, ya anciano y
vestido como un sabio. Es habitual encontrar a la gente sentada a sus pies, no
se sabe si para obtener su bendición o para descansar de las caminatas.
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