Ha pasado más de un año desde
este viaje a Bulgaria y no he podido cumplir mi deseo de regresar al país y
recorrer todos esos lugares que se me ofrecieron mientras avanzaba en la
creación de este libro. Una incómoda enfermedad desplazó mis planes viajeros a un
segundo plano.
Desde que unos meses antes
viajara a Albania y Macedonia del Norte, los Balcanes me habían capturado para
su causa. Sus pueblos y ciudades, su naturaleza, con hermosas montañas, valles,
bosques y ríos, sus gentes, tan diversas, sus tradiciones, leyendas e historia,
trágica y muy interesante, permanecían constantemente en mi cabeza y en mi
corazón.
Había abierto un filón para mis
exploraciones y quería ir asimilando aquella realidad que pocos meses antes me
parecía tan lejana, tan ignorada al hacer caso a mi desconocimiento y a todo lo
que circulaba entrono a estos países. Eso es viajar: conocer, enamorarse de los
lugares, transmitir el entusiasmo que ha crecido por los gratos recuerdos.
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