Al saltar la zona más poblada se
evidenciaba el bosque denso, impenetrable, de árboles altos y delgados, en cuesta
pronunciada cubierta de hojas secas. No soy un gran experto en botánica, aunque
puedo afirmar que era un bosque de hayas con escasas coníferas. Las zonas altas
eran el dominio de los pinos. La frondosidad causaba, a tramos largos, la
ocultación del paisaje. Lo único que contemplabas eran troncos, ramas y hojas.
Si dejabas la mente a su aire la sensación era ligeramente mareante y
profundamente relajante.
Fue un acierto elegir aquel día
para esta ruta. La mañana era mucho más clara, de cielo limpio y sin las nubes
negras del día anterior. La claridad hería los ojos. Por otra parte, me temo
que no hubiera podido concatenar el paso desde Boyana en el autobús 64 para
enlazar con el 66. Las frecuencias eran bastante largas, de una hora o quizá
más. Fui controlando los tiempos para hacerme una idea de la duración del
ascenso y poder organizar la jornada sin ningún susto.
Pardillo de mí, iba con mi
planito en la mano creyendo que el trayecto era corto y que los zig zag representados
en esa hojita ya marchita por el uso me darían pautas claras para moverme por
allí. Había preguntado al conductor si iba bien orientado y me contestó con un
escueto “da”, sí, que me dio confianza. Porque mi intención era subir hasta el
final, a la cumbre de la montaña, para después bajar caminando al monasterio,
seguir hasta un mirador y luego regresar en el autobús. Claro, había trazado un
plan sin tener ni idea de lo que me encontraría por lo que tuve que acoplar mis
intenciones a lo que era la realidad.
Esa simpleza de pensamiento me
llevó a disfrutar, a relajarme, a devorar aquel paisaje bendecido por los
dioses, sencillo, con sus elementos básicos de verdor, cuestas, cielo y montaña.
Para qué más, me dije. Las puestas en escena sencillas y efectivas son las más
impactantes. Me recuerdan a las excursiones del colegio, a las que luego hice
con amigos con pocos medios por nuestra juventud, a las que nos hacían soñar
con hazañas épicas.
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